El martes, el mundo del fútbol se enteró que Carlos Heller, el principal accionista de Azul Azul, vendía a Atlas Fintech y Sartor Finance su paquete accionario. Nombres que no dicen nada, porque nadie sabe quiénes serían los propietarios de esos papeles de Universidad de Chile, pero ante todo los administradores de un sentimiento popular que atraviesa al país y compromete además al alma máter de la República.
Desde el entorno de Heller sostienen que la oferta materializada por Redwood Capital, que actúa como intermediaria, llegó hasta Gonzalo Rojas, integrante del directorio, a través de Cristián Aubert, presidente de la concesionaria. Eso explica su arribo al cargo, algo que no cuadraba por su cercanía con los anteriores controladores de la institución, de relación distante con el actual hombre fuerte. Se colige, entonces, que Aubert conoce a quienes llegarían a dirigir la U si se concreta la venta.
Carlos Heller vive una encrucijada. Entiende que el traspaso supera lo económico. Por el peso de la camiseta azul, es su deber cerciorarse de que los inversionistas estén a la altura de las pruebas de la blancura que exige la sociedad chilena actual. Las palabras a este diario de Andrés Weintraub, uno de los representantes de la casa de estudios en la mesa del club, fueron categóricas: “A la Universidad le preocupa que quien compre no apunte exclusivamente al bienestar del club”.
En este ejercicio, Heller solo perdió plata, prestigio, sufrió el costo de la exposición de dirigir uno de los dos cuadros locales más grandes y ni siquiera disfrutó los títulos que el equipo obtuvo bajo su mandato. Dos coronas que parecen olvidadas o secundarias al lado de las conseguidas por Sergio Markarián y en especial Jorge Sampaoli, en el notable ciclo que incluyó la Copa Sudamericana de 2011.
Después de 1959, solo en dos ocasiones Universidad de Chile desplazó a Colo Colo de la vuelta olímpica. La primera fue en el Apertura 2014, cuando lidiaron en la última fecha con Wanderers y los albos; y en el Clausura 2017, en la atropellada final que destronó al Cacique de Pablo Guede.
En países futboleros, gritar campeón a costa del rival clásico posee otro sabor. En ese sentido, ni en esta ecuación tuvo fortuna el también empresario hípico. El medio periodístico y la hinchada solo contabilizaron las malas, agudizadas por la pésima campaña del año anterior, cuando peleó el descenso.
De concretarse su salida, el registro anota que la gran deuda del ciclo Heller estuvo en el plano internacional, con el 7-0 frente a Cruzeiro como farol rojo. A la hora de sus errores mayores, la lista muestra el apostar por un inexperto Sebastián Beccacece sin que estuviera probado en una estación intermedia, incrementar las expectativas con la fallida construcción del estadio y quitar piso de entrada a Ronald Fuentes como director deportivo, al nombrar como asesor a Sabino Aguad, responsable del desaguisado de la campaña 2019.
Justo cuando Universidad de Chile muestra un precario equilibrio, estos corcoveos generan inquietud, pero ante todo incertidumbre en una estructura desafiante incluso para el mejor calculista de Beauchef.