Veo a los panelistas y entrevistados en los programas políticos y me fijo en las mascarillas que me recuerdan un material que antiguamente era muy nombrado: baquelita.
Van a hablar del futuro, pero no logro sacarme la baquelita de la cabeza y cuándo se descubrió, en qué consiste y tengo el celular donde siempre está: a mano, así me entero en un dos por tres, voy y vuelvo hacia la baquelita y abandono el Chile actual.
Me ocurre cuando veo la televisión, porque el celular es mi dulce compañía y no me abandona ni de noche ni de día.
Veo una película del Oeste y una actriz secundaria es igual a una exministra de la Nueva Mayoría, así que me dedico a encontrar dos números: los años de la vieja cuando murió, me refiero a la actriz; y los que suma y sigue la exministra. Ambas cifras me asombran, y regreso tarde, porque mataron a los indios, recuperaron el fuerte y la caravana sigue el camino a Santa Fe.
¿Dónde está ese camino? Partía en el río Misuri, ¿se podrá escribir así? Entonces pienso en Missouri ¿o es con una “s”? Voy al telefonito y resuelvo dudas: grafía, geografía, ruta. A las horas olvidaré lo leído en Wikipedia o en otra página, así que preferiría no hacerlo, pero no puedo evitarlo.
Me paseo por un par de programas del 11 chileno, pero me desvío hacia otros territorios y sucesos, así que investigo en el celular los acontecimientos de ese día por mera curiosidad: llego al año 813, cuando Luis el Piadoso fue coronado rey de Aquisgrán. Entonces me concentro en la ciudad alemana y se disuelven los espacios del 11 nuestro.
Me interesa lo que la historia se llevó.
Ahora me enfrento a un documental con iglesias del Vaticano y como no logro evitarlo, me acuerdo del cura Benito, un cura del colegio del que nunca supe su apellido ¿será posible encontrarlo? No creo, voy a tratar.
Llego a una entrevista en profundidad y antes de huir, me refugio en las fosas de las Marianas y en Google, para visitar lo que es menester: dónde están, dimensiones y once mil metros hacia abajo, hacia arriba y en línea recta, que es lo que hay entre Vitacura e Independencia.
Creo que nunca encontraré el apellido del cura Benito, pero sigo buscando.
Pasan un partido y un comentarista habla de “complejizar”. ¿Existirá? Se me pasó el gol, no existe para la Real Academia, pero el mundo del habla es tanto más ancho.
El meteorólogo explica los chubascos en camanchaca y los chaparrones arrachados. Rastreo lo que no me interesa ni me interesará: vaguada costera. Simplemente no puedo evitarlo.
En Bielorrusia está la grande y voy a ver dónde está el país y sus límites, leo que con Lituania, porque alguna vez busqué esas fronteras y encontré Polonia: ¿es polaco Lewandowski, el del Bayern? ¿cuánto medirá?
Vivo así: desconcentrado.
Sin asiento ni fijezas, volando de un lado a otro. Comiendo alpiste, picoteando, olvidando y siempre con el celular al lado y cargado.
Algún día se me descargará. Y me iré derecho a la vida eterna y hacia el parque de internet, con restos, fotos y textos incluidos.
Después de eso, por fin, seré un hombre totalmente concentrado.