El New York Times publicó esta semana una fascinante historia de índole ecológica que sin embargo pasó casi inadvertida para la mayoría: el Parque Nacional Iberá de Argentina va a reintroducir jaguares en su ecosistema. La idea es volver a poblar de esos felinos los humedales de la Provincia de Corrientes, después de que fuesen prácticamente extinguidos tras 70 años de caza y captura.
Es linda la historia. Es como si los viejos jaguares se reencarnaran en jaguares nuevos para correr y cazar como antaño. Y así retroceder el tiempo.
Mi deformación mental me hizo trasladar esas reflexiones a Chile y a la política. A propósito del boom de candidaturas de los últimos días, donde nuestros habituales animales políticos reaparecen mostrando conductas y pensamientos que no les conocíamos tanto.
El caso más obvio es el de Joaquín Lavín. Estuve varios días preguntándome a quién se parecía ahora. Revisé sus dichos recientes, su manera de andar… su sonrisa. Y ahí lo vi: esa sonrisa permanente e inmóvil es inconfundible, es la de Don Pato. Sí, creo que Patricio Aylwin se reencarnó en Joaquín Lavín.
Esto es igual que la película “¿Conoces a Joe Black?”, donde la muerte se encarna en Brad Pitt (perdón por el spoiler, pero se supone que todo el mundo ya vio ese filme). Veo a políticos del pasado apropiándose de carne fresca (en algunos casos, quizás no sea fresca-fresca, pero al menos es carne viva) para seguir operando en política.
Mal que mal, el momento político que vive Chile, histórico y decisivo, debe ser una tentación irresistible para los animales políticos; para los vivos y los muertos. Para chilenos y extranjeros, que no querrán perderse el desenlace de este trance.
Comenté con algunos amigos esta teoría mía. Y se entusiasmaron.
Hubo quienes vieron en Evelyn Matthei la reencarnación de Margaret Thatcher. Y me dejaron pensando.
A otros, aprovechando la analogía que hizo el alcalde Carter entre el Partido Comunista y Al Qaeda, les pareció obvio que Osama Bin Laden había tomado para sí el cuerpo de Hugo Gutiérrez. Esa imagen me dio escalofríos, porque creo que ambos tienen más que “un aire”.
Hasta que alguien dijo que Daniel Jadue parecía ser el corpóreo de Salvador Allende.
Ahí nos pasamos varios pueblos. Yo no soy fan de ninguno de los dos, pero creo que a simple vista se ve que el alcalde de Recoleta tendría que nacer de nuevo para acercarse un poco a Allende. Por donde se le mire, Jadue se queda corto.
Eso me hizo pensar de nuevo en los jaguares argentinos. Los animales que están tratando de reinsertar en el hábitat de sus ancestros fueron criados en zoológicos. Unos están con sobrepeso, otro tiene problemas con sus muelas, algunos son tan tímidos que no se animan a aparearse. Ninguno sabe cazar. Capaz que alguno hasta sea medio vegetariano.
No es claro que el experimento con los jaguares funcione. Quizás ya es demasiado tarde para intentar reconstruir un pasado que no volverá. Habrá que inventar un futuro distinto.
Lo mismo pasa en la política chilena. Jadue no tendrá éxito si quiere jugar a ser Allende. Lavín tampoco logrará revivir a Aylwin con su proyecto de nueva-transición-centrista-justa-y-buena-para-todos. Para bien o para mal, el mundo cambió. Más todavía con la pandemia. Tocará mirar para adelante.