Rechazo
Está con un gatito, le hace cariño y de pronto advierte un cambio en su estructura animal porque le crecen las orejas, el cuerpo es distinto, no es tan felino y descubre que es una liebre en vez de un gato.
Esto le ha pasado demasiadas veces y ahora le está sucediendo de nuevo.
¿Se acuerda de cuando llevaba un rato buscándolo, escuchó ruidos dentro de un baúl, lo abrió y salió disparado? Lo sospechó desde el principio: había gato encerrado.
No es de las personas que le cuenta las patas una y otra vez, porque eso lo hace la izquierda. En cambio, prefiere las cosas claras y por su nombre: cuatro y vota Rechazo.
¿Para qué las va a contar a cada rato? ¿Cuál es el afán de crear inestabilidad? ¿Por qué empezar a dudar de todo?
Lo otro: ¿por qué nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato?
No me van a decir que el gato está encerrado porque se pueden poseer dos o tres o diez gatos. ¿Cuál es el problema? No se pongan envidiosos. Ustedes, que son de la tribu de los amargados.
Le preocupa el juego del gato y el ratón, porque se siente perseguido, acosado, amenazado y cuando levanta la voz, claro que ruge, pero no es más que el rugido de un ratón. Quiere volver a ser el de antes. Lógico. Y regresar al Chile de siempre, al que respeta las instituciones, el de los cambios graduales y el país modélico y estable.
Además hay otra cosa: quiere canjear las millas acumuladas y empezar a viajar de nuevo. Justo ahora que terminaron los estacionamientos, no va al aeropuerto. Quería ir a Belice. ¿O es Bélice? Busque en el notebook, porfa.
Apruebo
¿Cuántas veces bailó con la fea?
A lo largo de su vida, de eso hablamos, pero integrando un colectivo y en su contexto histórico correspondiente.
La pregunta no es literal, por supuesto, sería una falta de respeto que no va con los tiempos ni el cambio de mentalidad, sino que remite al devenir del imaginario político y cultural.
Quería tantas cosas: revolución en libertad o más o menos en libertad, que se diera vuelta la tortilla, modificar el sistema, fundar un nuevo Chile, desmontar los pilares del imperialismo o crear las bases de un Estado solidario.
Quería, en fin, y en términos generales, desenclavar los enclaves, destrabar las trabas, desamarrar los amarres y desanudar los nudos.
¿Y qué pasó? Que terminó bailando con la fea.
Ahora de nuevo está en lo mismo. Nunca se le va a quitar.
Así que calcúlelo, piénselo y remóntese muy atrás porque fue casi desde el comienzo ¿no es cierto? A ver. Unas quince veces.
A lo largo del tiempo bailó quince veces con la fea, por lo tanto y en consecuencia, sin duda alguna, usted vota por el Apruebo.
¿Y cuántas veces bailó con el feo? Mucho menos. No sé si porque los feos no bailan o evitan los bailes, es por motivos ideológicos, de carácter o por simple fealdad.
¿Ha visto alguna vez bailando feas con feos?
Es raro de ver y por eso lo recuerdo muy claramente. Fue antes y después del Plebiscito de 1988 en la Casa del No. Se votó un miércoles 5 de octubre, y el sábado anterior y el posterior, el 1 y el 8, los vi bailar juntos. Nunca más.