En el retorno del fútbol profesional había razonables dudas sobre cómo llegarían los equipos nacionales a la competencia.
La experiencia que exhibían otros mercados —especialmente las ligas de Europa— señalaba dos cosas fundamentales: que físicamente habría mermas en los jugadores y que se producirían diferencias notorias entre los equipos de acuerdo a sus diversos grados de complementación futbolística previa. Es decir, aquellos que tienen dogmas establecidos y asumidos colectivamente debían prevalecer por sobre aquellos que basan su poderío en arrestos individualistas.
Extrañamente, lo primero no se vio mucho en los encuentros jugados el fin de semana en el campeonato chileno. Si bien algunos jugadores se notaban un poco más gruesos que de costumbre, no había signos de relax o de carencia de cuidado en la gran mayoría. Y si a eso se le suma que, salvo lógicos calambres que atacaron la humanidad de algunos, no se produjeron lesiones musculares relevantes, y que los entrenadores supieron administrar en buena forma la regla de los cinco cambios, se concluye que hubo conciencia profesional para enfrentar el período de pandemia y las formas de enfrentar el retorno.
Bien por ellos. Punto a favor. No hubo desastre ni vergüenza estética. Sí mucha conciencia.
En el segundo aspecto que aparecía como relevante —el del desequilibrio entre los equipos comprometidos con una idea y los que creen en la relevancia del arresto individual por sobre la propuesta colectiva— ahí sí que hubo diferencias.
Los equipos que impresionaron más en ese sentido fueron Unión La Calera, Unión Española y, en alguna medida, Santiago Wanderers y Antofagasta, y eso les posibilitó a todos ellos terminar sobrepasando a sus respectivos rivales. Ninguna de esas escuadras fue arrolladoramente superior en el trámite de sus partidos, pero tuvieron el mérito de enrielarlos a su favor imponiendo el sello que más les convenía en momentos muy gravitantes. La gran excepción fue Huachipato, que sí impuso el peso específico de sus jugadores por sobre la idea colectiva. Pero ojo, estuvo a punto de no ganar…
¿Seguirá dándose esta tendencia en las próximas fechas?
Es posible, aunque uno puede tender a pensar que con el correr del tiempo todos los equipos irán ajustándose colectivamente y que, como pasa la mayoría de las veces, prevalecerán los que tengan mejores jugadores y más recambio de piezas para mantener en alto sus dogmas.
Pero por ahora, cuando recién se está en plena etapa de modorra post cuarentena todo hace pensar que las batallas serán ganadas, en su mayoría, por los que tienen idearios, principios, propuestas —sean cuales sean— por sobre los que están apostando a que sus figuras o figurines determinen sus resultados.
A tener en cuenta pensando en lo que viene los próximos días…