La creencia más arraigada en el fútbol chileno es que nos persiguen y han sido injustos con nosotros. En el fútbol y en otros deportes.
¿Quiénes han sido así? Un ente egoísta y poderoso, compuesto por entidades que perjudican a los países jóvenes y emergentes, nos temen y nos impiden crecer, con tretas, artilugios, lanzan tierra a los ojos y cuánta zancadilla, desordenan las reglas y nos impiden encontrarnos con nuestro destino de grandeza.
El árbitro pisó al Tani Loayza y por eso no fue campeón mundial, en Nueva York un 13 de julio de 1925, y si alguien lo duda, que vaya a Wikipedia, donde dice que lo pisó y lesionó. Es un ejemplo. Para qué vamos a seguir.
Eso explica la algarabía, porque podía ser un cambio de ciclo, de Chile como sede del Mundial de 1962, por fin, el país pequeño, laborioso y orgulloso, se sacudía el abuso, le reconocían sus méritos y triunfaba el Bien. ¡Con mayúscula! Derrotamos a la inequidad planetaria ¡qué te pasa! Celebra y con ganas ¿no soy chileno, acaso?
Un 27 de agosto de 1989, la selección jugó en Mendoza contra Venezuela, por las eliminatorias para el Mundial de 1990, y por un castigo de la FIFA. Es que el mal no duerme, menos cuando Chile está en el ring, una maratón o en la cancha. El motivo se jugó el 13 de agosto: empate a 1 con Brasil en el Nacional, calificado como “guerra” por los titulares, hubo incidentes, bataholas y por eso la sanción, y como otras veces, la vieja especulación: ¿le habrían quitado la localía a Argentina, Colombia o Perú? No creo, con Chile es distinto, nos envidian y desean lo peor. ¿Quiénes? Los de antes, ellos, ese ente omnipresente. Si Chile ganaba por 8 a 0 a la vinotinto, podía viajar a Brasil y con un empate clasificarse para el Mundial. Le faltaron tres goles, triunfó por 5, y eso dejaba una sola salida: ganarle a los locales en un Maracaná al que llegaron 131.156 espectadores.
Derrotar a Brasil, al ente y la historia, a esa trilogía.
Un reto mitológico y otro round en el eterno combate contra la entidad maléfica y monstruosa que nos persigue desde que el mundo es mundo. Es mucho tiempo. Más que la cresta. No puede ser ¡hasta cuándo!
Escuchen el rumor de la semana, del 27 de agosto al 3 de septiembre, de hace 31 años.
No nos va a dejar pasar, la FIFA hará lo imposible para impedir que ganemos. Perdona: ¿cuántos les metimos a Brasil en la Copa América de 1987, la de Argentina? 4 a 0. Es posible. Están tiritando. ¡Te imaginái un Mundial sin Brasil! Eso es. Son capaces de lo peor. Una celada, una encerrona. Nos preparan una trampa. No nos van a dejar clasificar. Lógico. Es evidente.
No nos podemos quedar así. ¿Cómo vamos a aguantar otra injusticia más? No puede ser. Tenemos que hacer algo, pero para callado, entre pocos, que es como se hacen las cosas, y para eso dos elementos: un guante y una hoja de afeitar, y si encontrái una de doble filo, sería idial.
Se dice ideal.
¿En qué mundo vivís? ¿En el mundo de ellos o en el mundo nuestro?