La encuesta de Espacio Público e Ipsos publicada esta semana da varias luces sobre las expectativas de la ciudadanía respecto del proceso que se inicia con el plebiscito de octubre. Un 67% de los encuestados lo asocia con conceptos positivos (oportunidad de cambio, esperanza, tranquilidad, alegría, pertenencia), un 23% con conceptos negativos (incertidumbre, retroceso, caos, miedo, tristeza) y el 10% restante cree que todo seguirá igual. También predominan las expectativas positivas respecto de los cambios que traerá una nueva Constitución: cuatro veces más encuestados creen que el plebiscito será positivo para el país, su comuna, la forma en que se relacionan las personas y sus vidas. Aun entre quienes votarán por el Rechazo, un 17% espera cambios positivos si gana el Apruebo.
Las expectativas positivas conviven con varias fuentes de preocupación. Poco más de la mitad teme que haya enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de orden el día del plebiscito, casi la mitad cree que aumentarán los contagios luego del plebiscito y a un tercio le preocupa contagiarse cuando concurra a votar.
Desde abril era evidente que el plebiscito se realizaría con el virus en circulación, por lo cual no es fácil entender por qué se dejaron pasar cinco meses antes de comenzar a trabajar en serio en tener un plebiscito seguro o para asegurar que voten quienes estén portando el virus (un 85% de los encuestados considera que debieran poder votar).
Existen al menos tres opciones para que los contagiados ejerzan su derecho a votar sin salir de sus residencias, evitando así que contagien a terceros: voto postal domiciliario, urna móvil y voto delegado. El Servel debió preparar un informe detallado con los pros y contras de cada opción: cambios legales necesarios, desafíos logísticos y de gestión, costos, etc. Uno de los motivos por los cuales se le dio autonomía constitucional fue para que tuviera un rol proactivo promoviendo iniciativas que contribuyan a elecciones con mayor participación.
En la ausencia de este informe, la discusión de opciones ha sido poco informada, con varias autoridades, con la notable excepción del Ministro de Salud, enfocadas en demostrar la imposibilidad de encontrar soluciones. Es muy distinto concluir que a estas alturas no se puede hacer nada luego de explorar todas las alternativas en profundidad, que llegar a esa conclusión sin haberlo intentado. Y algunos expertos consultados opinan que todavía es tiempo para implementar alguna de las opciones.
Donde definitivamente estamos a tiempo es para tomar las medidas necesarias para que los votantes no se contagien con covid-19. Más lugares de votación y una mejor gestión del proceso de votación serán claves. Que las personas puedan llevar su lápiz, mantener dispensadores de alcohol gel en cada mesa de votación, señalética para mantener distancia física y tener separadores transparentes entre vocales de mesa y votantes son algunas medidas a implementar. También explorar opciones para que las mesas se constituyan rápido de modo que vote más gente durante la mañana, por ejemplo, trabajando con grupos diversos de la sociedad civil para proveer los vocales de mesa e implementando un sistema que avise a cada votante cuando se constituyó su mesa.
Otro tema importante es tomar medidas para proveer transporte público gratuito y seguro el día del plebiscito. El Servel y los Ministerios de Salud y Transportes, entre otros, están llamados a liderar estos esfuerzos. Son muchas las organizaciones que están disponibles para colaborar con entusiasmo, conocimiento y dedicación.
Con el plebiscito de octubre se inicia el proceso político más importante que tendremos en varias décadas. Fue el acuerdo al que llegaron nuestros líderes políticos la madrugada del 15 de noviembre pasado, cuando estuvimos al borde del abismo. No es una opción perfecta, pero parece evidente que las alternativas son mucho peores.
Tanto o más importante que la Constitución que resulte será el proceso que le dé origen. Por eso es tan importante que la participación sea lo más alta posible. Han existido voces llamando a posponer el plebiscito una vez más. Varias son las mismas que empujaron un retorno a la normalidad más rápido que lo aconsejado por instancias expertas. Los mismos que argumentaron que casi todas las actividades eran “críticas” y no querían una fiscalización estricta de los permisos de circulación. ¿Tienen razón esta vez? El tema es delicado, nadie puede hacer proyecciones sobre el estado de la pandemia a fines de octubre. Sin embargo, en última instancia, se trata de cuáles son nuestras prioridades como sociedad. Los encuestados dan una respuesta contundente a esta pregunta. No obstante sus preocupaciones, un 78% piensa ir a votar de todos modos.