Ronald Koeman asumió como nuevo DT de Barcelona con una misión específica: devolverle en el breve plazo posible a la escuadra catalana su protagonismo mundial tras una temporada calificada de desastrosa, donde perdió la Liga ante su máximo rival (Real Madrid) y fue eliminado con humillación de la Champions League por un equipo que profesa conceptos y dogmas similares aunque no idénticos (Bayern Munich).
Y claro, además esta alta exigencia dada al entrenador holandés, también la directiva le entregó otra cosa: atribuciones. Es decir, junto a las altas metas se le otorgaron las herramientas para lograrlas.
Y Koeman, claro, empezó a hacer uso de ellas.
Desde que ingresó al club barcelonista, el ex adiestrador de la selección holandesa dijo con todas sus letras, sin eufemismos de ninguna especie, que el equipo requería de cambios profundos. Señaló que Barcelona requería de una reingeniería completa, donde no solo debían haber cambios de piezas, sino que una transformación casi de ingeniería en una máquina que hace rato estaba dando indicios claros de desgaste. Nadie debía sentirse seguro de su continuidad, con excepción de Lionel Messi (quien, curiosamente, es el que hoy está con más inseguridades en cuanto a su permanencia).
Por eso es que no debe extrañar que Koeman haya empezado su trabajo viendo qué piezas son las que a él le sirven y cuáles no. Y que Arturo Vidal haya sido uno de esos que aparece como prescindible no lo hace antichileno ni menos un ignorante de las cualidades del jugador. Simplemente está ejerciendo su labor de acuerdo a las facultades que le entregaron para lograr las metas impuestas.
Por cierto, uno desde la trinchera de los gustos y de las emociones podría defender con buenos argumentos que Vidal puede caber en cualquier esquema que hoy se quiera implantar en Barcelona. Es un gran jugador. Como también se podría decir lo mismo de Samuel Umtiti, Ivan Rakitic y Luis Suárez, jugadores que tampoco entran hoy en la idea del Barcelona de Koeman.
Pero lo cierto es que no se trata solo del currículum o de valoraciones técnicas específicas. Un DT, cualquiera que sea, debe tomar decisiones de acuerdo a sus percepciones particulares porque se entiende (aunque ello después no sea así) que tiene la capacidad para imponer una idea y llevarla a la práctica con los elementos que él considere pertinentes. No es que sea su derecho. Es su deber.
Si Arturo Vidal no está en la mente del proyecto de Koeman en Barcelona no es una aberración. El holandés cree que el chileno no encajaría bien en el nuevo orden del equipo y eso es tan válido como que Conte en Inter y Pirlo en Juventus sientan que Vidal estaría pintado para los que ellos sueñan en sus escuadras.
Eso es el fútbol. Así se arman los planteles y se forman los equipos.
No hay que ponerse chuavinistas.