He llevado esta mochila conmigo por más de treinta años”, dice Herzog mientras la pone sobre la mesa. “Es la mochila de Bruce Chatwin y vine a Chile porque estoy haciendo una película sobre él”. Los cientos de asistentes a su charla en el Campus Lo Contador de la UC en noviembre de 2018 estiraron el cuello para ver el objeto: una gruesa bolsa de cuero oscuro, gastada en muchas partes; viajera a través de miles de kilómetros y decenas de países, primero con su dueño original y ahora en posesión de este director superestrella, cuyo neutro tono de voz se ha transformado en uno de los más reconocibles en la historia del género documental.
Parecía mentira. Herzog filmando una película en el sur, siguiendo los pasos de su amigo; pero la evidencia está ahí: aparte de secuencias filmadas en Gales, el desierto australiano y la Patagonia argentina, “Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin” muestra a Herzog circulando por Última Esperanza, Puerto Williams, Punta Arenas y la Cueva del Milodón, el punto origen en la leyenda de este escritor y cronista que recorrió medio mundo en busca de historias, leyendas y personajes únicos, antes de morir de sida en 1989.
A lo mejor resulta curioso ver al director de “Fitzcarraldo”, “Grizzly Man” y otras hazañas cinematográficas entreverado con turistas que no paran de sacarse selfies al lado del Milodón plástico en la entrada de la caverna, pero al contrario de lo que ocurre en sus obras mayores, Herzog no parece ir aquí en busca de alguna iluminación trascendental, una epifanía que le permita entender mejor al aventurero que partió hace tantos años. No parece necesitarlo. La película (que se exhibe el próximo domingo en la edición digital del festival Sanfic) no es una biografía del gran hombre ni tampoco obra de tesis, sino más bien la excusa que permite a Herzog avistar espacios que Chatwin visitó y mistificó —ese fin de mundo del que escribió en “In Patagonia” (1979)—, revivir los alucinantes recuerdos de Bruce posando junto a reyes ghaneses, durante la filmación en “África de Cobra Verde” (1987), basada en su novela “The Viceroy of Ouidha”, y relatar aquel legendario encuentro entre ambos, en Melbourne a principios de los años 80, cuando no pararon de hablar durante dos días seguidos. Herzog se preparaba para filmar “Donde duermen las hormigas verdes”, el filme que lo transformaría en documentalista de tiempo completo; Chatwin estaba persiguiendo la pista de lo que sería su obra maestra: “The Songlines”, el relato de cómo los aborígenes australianos se figuraban sus rutas no creando mapas, sino cantándolos, creando toda una geografía e imaginario mítico a partir de lo que ellos llamaban “las líneas de la canción”. Herzog no cabía en sí mismo. Lo que tenía al frente era más que un colega; era un alma gemela, una suerte de hermano, y quizás por lo mismo las entrevistas del documental, con Elizabeth Chanler (esposa de Bruce), Nicholas Shakespeare (su biógrafo) y otros muchos que se atraviesan en su camino, lucen menos periodísticas y más familiares, como si el Chatwin del que hablan hubiese salido del cuarto por unos momentos y estuviera a punto de entrar otra vez, para unirse a la conversación.
Para alguien acostumbrado a ponerse en el centro de sus narraciones de no ficción (muchas veces frente a la cámara y siempre a cargo de la narración), Herzog, quien en las últimas décadas se ha convertido en una mezcla de intelectual público y gurú fílmico, luce particularmente reservado aquí; en el fondo, porque más que el recuerdo del amigo, lo que se advierte en su rostro es una suerte de luto, vigente desde el día que, en su lecho de muerte, Chatwin le pidió que continuara llevando esa mochila, que esta siguiese viajando por él año tras año. La voz del alemán se ahoga de emoción cuando evoca ese momento; tal vez porque entiende que, cada vez que se fija un nuevo horizonte, no solo lleva un ajado trozo de cuero en su espalda. Es Bruce quien va con él.
Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin
Documental dirigido por Werner Herzog.
Inglaterra, 2019, 95 minutos.