Justino (Regis Myrupu) es un hombre de la tribu amazónica de los desana, que a sus 45 años lleva 30 trabajando como obrero en Manaos, ahora de guardia de seguridad en el puerto fluvial. Justino vive en el cerro Sao Pedro y cada noche vuelve en un bus, para subir luego a pie una cuesta pronunciada. Comparte su casa tropical, pobre, a medio camino entre la choza y el cemento, con su hija Vanessa (Roxa Peixoto), enfermera en un policlínico de la ciudad. También vive cerca su hijo Wanderlei (Lourinelson Wladimir), al que Justino le reprocha ser un debilucho urbano.
Justino es parco, meditativo. En el puerto está siempre rodeado de enormes filas de contenedores, grúas geométricas y sonidos metálicos; parece un hombre pequeño. En el entorno de su casa, junto a la selva, cambia su escala (y cambia también la posición de la cámara). El traspaso de su chaleco antibalas y su pistola en el cambio de turno se repite con la misma monotonía de sus regresos a casa (y la posición de la cámara cambia muy poco).
Vanessa recibe la noticia de que ha sido aceptada con una beca para estudiar en la Universidad de Brasilia. En algún momento tendrá que decidir si se va a la capital de Brasil, a la ciudad que es el triunfo del hombre blanco sobre la naturaleza, de la arquitectura sobre la selva, para convertirse en algo muy distinto de sus ancestros indígenas. Entonces aparece la fiebre, una fiebre que abate a Justino, le quita el apetito y lo adormece, mientras la televisión anuncia que una fiera desconocida merodea en la periferia de Manaos.
Esta seductora y misteriosa película brasileña irrumpió el año pasado en el Festival de Locarno y ha tenido desde entonces un exitoso recorrido por otras competencias internacionales. Con bastante razón, porque
La fiebre es una exploración contenida y cautelosa en la lenta limadura de un hombre extrañado de su entorno, que añora la villa de su juventud mientras soporta, sin chistar, la simetría mecánica del puerto y el trabajo. Sin ningún subrayado, es una película exacta, que carga de sentido cada encuadre, secuencia y transición, y que consigue de sus actores no profesionales una soberbia contención.
Este es el primer largometraje de ficción de la artista audiovisual y cineasta Maya Da-Rin, hasta ahora documentalista, hija de la también cineasta Sandra Werneck. Su interés en las fronteras selváticas —como las de
Tierras (2009), situada en el triángulo amazónico de Colombia, Perú y Brasil— es un antecedente para
La fiebre, pero esta última levanta vuelo por sobre la etnografía para internarse en una encrucijada más profunda de lo que parece.
El cine brasileño suele renovar sus fuerzas cada vez que el latinoamericano parece debilitado.
A Febre
Dirección: Maya Da-Rin. Con: Regis Myrupu, Rosa Peixoto, Johnatan Sodré, Kaisaro Jussara Brito, Edmildo Vaz Pimentel, Lourinelson Wladimir, Anunciata Teles Soares.
98 minutos.
En MUBI