MATÍAS BERRÍOS B.
La crisis sanitaria y la recesión económica han dejado varios impactos en el mercado laboral. A junio de este año, por ejemplo, la ocupación cayó en torno a dos millones de personas. Para el mismo período, la tasa de desempleo se empinó por sobre el 12%.
No obstante, debido a las restricciones de movilidad para el cuidado de los trabajadores, las labores a distancia se han ido posicionando con fuerza entre los asalariados. El investigador de Clapes UC, Juan Bravo, utilizando los datos de la encuesta del INE, detectó que en el trimestre móvil abril-junio de este año 992 mil trabajadores asalariados realizaban sus labores desde su propio hogar. En el mismo período del año pasado, los ocupados asalariados que realizaban trabajo a distancia bordeaban las 30 mil personas.
“Antes de la pandemia, el trabajo de asalariados en su propio hogar era casi inexistente en Chile. Con la crisis sanitaria y las restricciones asociadas para contener los contagios, las organizaciones tuvieron que adaptarse para poder seguir operando, con lo que el teletrabajo permitió mantener ocupados a aquellos que, por la naturaleza de sus funciones, pueden realizarlas en forma remota”, comenta Juan Bravo.
De hecho, la aceleración del trabajo a distancia comenzó en el trimestre febrero-mayo. Hasta enero de este año, el porcentaje de trabajadores que realizaban sus labores desde sus casas promediaba apenas el 0,5% del total de asalariados. Ahora esta tasa alcanzó un 18,2%.
De acuerdo con Bravo, las personas que hacen trabajos de alta calificación son las que tienen más posibilidades de realizar sus labores a través de esta modalidad. “Al trimestre abril-junio 2020, el 36,8% de los asalariados de alta calificación trabajó desde su propio hogar, cifra que fue de solo 8% en el segmento de asalariados de mediana calificación y de apenas 2,8% en el segmento de asalariados de baja calificación”, revela el investigador.
Con todo, Bravo observa que la pandemia forzó a muchas organizaciones a tener que operar en este formato, y en este tiempo han aprendido cómo hacer más eficiente esta modalidad de trabajo, lo que ha permitido evaluar los ahorros de costos que implica (por ejemplo, arriendo de espacios físicos, gastos de mantención, etc.), “por lo que una vez terminada la pandemia, si bien caerá significativamente el porcentaje de asalariados trabajando desde su propio hogar, este será mayor a los mismos niveles previos a la pandemia”, proyecta.
Efecto hacia los trabajadores
Eduardo Barros, profesor de la Escuela de Negocios de la UAI y socio ebConsulting, observa que la pandemia tuvo múltiples efectos negativos, muchos de los cuales marcarán las vidas de millones en el mundo. Sin embargo, advierte que el teletrabajo tuvo al menos un efecto positivo muy claro: Vía este experimento forzado y en condiciones muy anormales, demostró que se podía trabajar de forma remota con una frecuencia y con una cantidad de personas en simultáneo que jamás nos hubiésemos imaginado.
“Casi con toda seguridad, habríamos previsto resultados del teletrabajo mucho más malos de los que se han observado si nos hubieran preguntado por un escenario como este solo un par de años atrás”, comenta.
Más allá de esa generalidad, agrega, existía una actitud prevalente de los gerentes de empresa frente a la posibilidad de tener mucho teletrabajo (muchas personas, varios días a la semana): que la productividad sería menor, que muchas personas "sacarían la vuelta". “Sin duda que la productividad podría ser menor o mucho menor en algunos casos, pero la norma parece ser que el teletrabajo se puede hacer en volúmenes mucho mayores de los que jamás habríamos imaginado y a un nivel de productividad razonable”, plantea Barros.
AHORRO DE COSTOS
Según el investigador de Clapes UC Juan Bravo, la pandemia forzó a muchas organizaciones a tener que operar en este formato, y en este tiempo han aprendido cómo hacer más eficiente esta modalidad de trabajo, lo que ha permitido evaluar los ahorros de costos.