Humberto Suazo vuelve a jugar en Primera División a los 39 años. Ya se había retirado en 2016 y pasó de inmediato al fútbol aficionado para, en 2017, ir a San Antonio Unido, de la segunda, anunciando nuevamente su retiro en 2018. De ahí, a la banca de un club amateur. Y un año después, 2019, de regreso al SAU.
Y ahora en La Serena. Parece quedar claro que su retiro nunca fue definitivo. Tal vez pensó que era para siempre, quizás no. Nadie lo sabe. Y él, posiblemente, tampoco. No sería el primer ser humano que hace una cosa sin estar absolutamente convencido. Hasta matrimonios se han celebrado así y los involucrados toman su verdadera decisión cuando ya ha pasado demasiado tiempo (o alguna larga cuarentena…). No me diga que no sabe de ningún caso.
Lo concreto es que “Chupete” nos dice que “merece terminar su carrera en Primera División”. Es uno de los mayores goleadores de la historia del fútbol chileno y se retorno será, con seguridad, un gran atractivo para el campeonato, aunque en estas cosas siempre conviene calibrar los vaticinios (cuando volvió a Colo Colo desde Monterrey para hacer una dupla mortífera con Esteban Paredes no funcionó). Todos queremos que le vaya bien esta vez y nos aprestamos a ser espectadores de su partido clásico contra Coquimbo y, muy especialmente, contra Mauricio Pinilla.
¿Cómo será “dar por terminada” una carrera? No se me ocurre. Claro, es muy fácil decirlo cuando se es periodista y no se depende de las piernas, solamente del cerebro, que anda siempre bien mientras no se inmiscuya “el alemán” (Alzheimer). Pero un cirujano o un pianista con artritis es otra cosa.
Algunos destacados deportistas retirados señalan que son “uno más” cuando dejan la actividad. Sencillamente se incorporan a la masa humana y saben que su figura se irá desdibujando con el correr del tiempo hasta desaparecer de la reserva de recuerdos de quienes fueron sus admiradores. Pero, cuidado, no todos lo toman así, tan fácilmente, y más de alguno se ha suicidado al paso de algunos años, especialmente aquellos que fueron celebridades mundiales. Se les produce lo que los siquiatras llaman “crisis de identidad”. ¿Quién soy? El de los aplausos, las noticias y todo lo que da la fama ya no soy. ¿Quién soy, qué soy?
También sabemos que se apronta a volver Mike Tyson. El ring es distinto a la cancha de fútbol. Más duro, inclemente, cruel. Algunos terminan sus carreras en buen estado físico y mental. Son los más afortunados, como Alberto Reyes, el “Ventarrón”, a quien conocí ya retirado, y estaba muy bien. También se mantiene en buen estado Martín Vargas. Otros, tal vez la mayoría, no.
En otra época eran escasos los retornos y muchas veces leí la crónica “Segundas partes nunca fueron buenas”, citando casos lamentables y temiendo por los que volvían. Hoy, en cambio, son más frecuentes.
Creo saber por qué. En realidad, es muy simple: se debe a que los humanos estamos viviendo más años. No es que los deportistas estén volviendo muy viejos: tal vez se retiraron muy jóvenes. Las expectativas de vida se han ido extendiendo y los avances de la medicina auguran que seguirán sumándose años. ¿Hasta dónde? Quién sabe. ¿Hasta la eternidad?