“Me encantaría retomar el proyecto del estadio”, dijo en su primera entrevista Cristián Aubert, el nuevo presidente de la Universidad de Chile, reflotando una larga y triste tradición. Aubert sabe, mejor que nadie, la importancia del tema para los hinchas azules, y no ha trepidado en defender la causa, presionando caiga quien caiga. No parecen los tiempos adecuados para reflotar el sueño de la casa propia, pero es el mejor caballo de batalla para iniciar una gestión.
Si de tradiciones se trata, no hay en los programas de las dos candidaturas a la ANFP ni una línea en torno a como se separarán la ANFP de la Federación. Ni menos un camino para mejorar la infraestructura de las selecciones. Hay un cúmulo de lugares comunes y buenas intenciones, nada diferenciador que provoque una discusión o posturas enfrentadas. Para mí, y me imagino que para la mayor parte de los espectadores de este proceso, nada que permita tomar un bando o diferenciar la próxima gestión de la anterior. Es lo mismo, lo que inevitablemente asociará este mandato a la suerte de Reinaldo Rueda y al sistema de campeonato que vuelvan a elegir.
Lamento que la directiva de la UC no saliera a respaldar públicamente a José Pedro Fuenzalida, su capitán, en un combate que se libró en el infierno de las redes sociales, donde las jerarquías cruzadas suelen cabalgar y donde no conviene agitar el avispero, imagino. O que ColoColo le trazara metas a Gualberto Jara después de dejarlo legalmente sin contacto con sus jugadores durante casi tres meses o que pusiera sobre la mesa todas las alternativas posibles para reemplazarlo antes de la pandemia (¿recuerdan la foto del avión?).
Todos volverán a reunirse virtualmente este jueves cuando haya votación electrónica. Ojalá los candidatos pudieran exponer a la Asamblea un par de cosas, ideas sueltas, emociones, un esbozo de discurso, que es lo que se estila en otras lides. Total, todo será secreto y, en ese simple acto, se podrían dar vuelta un par de votos o convicciones.
En este escenario, me alegró la decisión de Daniella Chávez de comprar Rancagua Sur. La modelo de Playboy nació en la ciudad, es reconocida hincha de O'Higgins y no ha trepidado en polemizar con los propietarios del club y con los entrenadores. Declaró de inmediato sus objetivos (llegar al profesionalismo, con lo desprestigiada que está la Segunda División) y avaló su gestión ratificando al cuerpo técnico de Rodrigo Pérez. No es, como muchos otros accionistas mayoritarios, una aparecida que desconoce el paño. Y, que sepamos, no llega atraída por el negocio de usar el club para vender o triangular jugadores, lo que se agradece.
Es obvio que en un mundo donde las mujeres no tienen mucha cabida (se recuerda presidencias femeninas en Puerto Montt e Iberia en el último tiempo) la irrupción de una propietaria cambie el escenario. Y que provoque comentarios propios de un universo machista, más aún en la especificidad de su labor. Hasta ahora nada garantiza que el conocimiento de los ex jugadores que han comprado clubes garantice el éxito o los procedimientos correctos, por lo que se abre un escenario interesante para una actividad que se resiste a los cambios. Y, por supuesto, a la transparencia.