El Gobierno, finalmente, decidió autorizar que los adultos mayores tengan un poco más de libertad en medio de esta verdadera reclusión domiciliaria a la que han estado sometidos.
Habría sido aún más cruel anunciar –como se hizo el viernes– que varias comunas comienzan a dejar de a poco las cuarentenas mientras al mismo tiempo se mantenía a la “tercera edad” en confinamiento perpetuo.
Pero a muchos de los destinatarios de esta especie de “beneficio carcelario” no les cayó bien la forma y el fondo del anuncio. ¿Poder salir una hora diaria, en la mañana o en la tarde, solo a caminar, siempre acompañados, con carnet en mano, entre esta y esta hora, este y este otro día solamente?
“Más respeto con las canas”, escribió un lector en una carta el director en este mismo diario.
Exacto, más respeto. No saben con quiénes se están metiendo.
Los gringos acuñaron la frase “sixties are the new forties” (“los sesenta son los nuevos cuarenta”), para describir ese fenómeno que consiste en que en nuestra época es posible pasarlo mejor en los años de la madurez de la vida. Muchas personas a sus 60, 70 u 80 años de edad viven con gran intensidad y alegría, incluso más que cuando tenían 40 o 50 años. Todo esto, gracias al progreso que ha tenido el país y el mundo en muchos ámbitos.
Déjenme ir todavía más lejos con esta imagen y proponerles este otro eslogan: “Sixties are the new sexys”. Qué tal.
Es que la vida es como uno se la toma.
Uno podría tomarse el “beneficio carcelario” concedido esta semana a los adultos mayores solo como una autorización para “sacar a pasear las canas” en infames horarios designados. O se lo podría tomar más bien como una oportunidad para “echar una canita al aire”.
Lo de la “canita al aire” es un antiguo dicho que ya casi no se usa. Se refiere a algo así como “irse de juerga” siendo uno ya mayor, con conductas más típicas de la juventud. A veces se le utilizaba para describir un amorío de un hombre de edad con una persona mucho menor. “Echar una canita al aire”, en lo literal, significa sacarse un cabello blanco y lanzarlo lejos para parecer más joven.
A algo así es a lo que convoco. No, no quiero que los abuelos ahora en la pandemia se “suelten las trenzas” (otro de mis dichos de viejo). Lo que digo es que hay que tomarse esta “flexibilización penitenciaria” no como un insulto, sino como una oportunidad. Como si quisieran metafóricamente “echar una canita al aire”. Lanzarse a la aventura.
Ustedes bien saben que una hora diaria puede ser suficiente cuando uno tiene claro lo que quiere consumar. Nadie sabe administrar mejor el tiempo que quienes han pasado por casi todas en la vida. Los 60 son los nuevos 40 porque la madurez, la ausencia de ansiedad, la calma de la sabiduría, permiten una precisión extraordinaria.
Con todo, creo que si alguien debe recuperar la libertad cuanto antes son los mayores de 75. Son más lúcidos y precavidos que los jóvenes. Sabrán cuidarse. Y ya nadie duda de que la clave con el coronavirus es el autocuidado. En este asunto, no son los niños los primeros en la fila. Deben ser los mayores.
Por lo anterior, hay que tener más respeto con las canas. Sobre todo con las que están a punto de ser echadas al aire.