Seamos memoriosos y analíticos, recuerde usted a la Concertación y luego al gobierno del Presidente Sebastián Piñera, que se le describió como un cuarto gobierno de la Concertación.
Tomemos un atajo y hagamos suma para la raya: lo de ahora, y escogemos la mayúscula, es la “Desconcertación”.
Esa es la época y es normal, por lo tanto, la confusión y la pérdida.
¿Cuál es su exacta militancia, en consecuencia? Ellos desconcertados y ellas desconcertadas.
Queremos ayudarles.
El desconcierto es un agujero negro donde se puede extraviar la noción del tiempo y del espacio, y describir el 2020 como si viviéramos en 1973, con lo que se descompensa el sistema nervioso, se alteran los afectos, el análisis se infantiliza y se hablan y escriben tonterías.
Es peligroso que hable por Twitter o celular o en persona, solo con los que piensan igual que usted. Así se cultiva una ficción barata y estrecha que deforma, perturba y desconcierta, desde luego. Es una afrenta al conocimiento universal y un elogio al pensamiento menguante. Es una práctica que conlleva otra consecuencia: convierte en inexplicables y monstruosos a los que piensan distinto, y simplemente, no se concibe que existan.
Y así se avanza por acantilados desconcertantes y por allá la desesperación y por acá la angustia, porque no se entienden nada de nada.
Vamos a otros ejemplos, que creemos terapéuticos.
Es probable, independientemente del sistema de pensiones, que los nacidos durante el primer tercio del siglo XXI van a terminar jubilando a los 70 años y sin discriminación, es decir, tanto hombres como mujeres. Los que llegan al mundo durante el segundo tercio —entre 2033 y 2066, aproximadamente—, a los 75. Y los nacidos en el último tercio, a los 80 años.
Usted tiene opinión e incluso se la preguntamos: ¿Cuál es su opinión? ¡No responda! Sea realista, en esta materia, en tantas otras y por motivos evidentes, su opinión es lo que menos importa. No se meta cosas en la cabeza. Prefiera la introspección y privilegie la vida interior. Recuerde en lo que estamos y no se desoriente más.
Mire, a veces, despierta en la mañana y no sabe ni la hora ni dónde está parado, en ese preciso momento, se siente desconcertado, pero no se equivoque, la buena noticia es que despertó.
Y cada vez que esté por dormirse, recuerde que se puede ir en el sueño. Si este pensamiento no lo desconcierta, en ese caso, es una persona sana. Es sana, hasta que se enferme. En fin.
Veamos otro caso.
Ella cuenta que el pololo que tuvo hace 20 o 30 años, se deterioró y agrietó (vio en Google unas fotos que lo prueban) y agradece no haberse casado con él, incluso más: piensa que se salvó.
Él, por su parte, relata exactamente lo mismo y coincide con la conclusión final: también se salvó.
Lo primero es salvarse. Nunca lo olvide.
Y una última situación.
Se convirtió en una persona agresiva, le cuesta concentrarse y más que confusa, vive desmemoriada y siente que las conexiones cerebrales se le desconectan. Mejor acuda al médico, porque lo suyo no es desconcierto, es alzhéimer. Lo siento.