El 27 de junio del 2007, el empresario egipcio Ashraf Marwan cayó desde el quinto piso del hotel Carlton Terrace de Londres, sin que hasta hoy se sepa si fue un suicidio, un accidente o un crimen. Las sospechas han apuntado por años al Mossad israelí y a la inteligencia egipcia. Marwan fue el más importante espía en toda la historia de Israel, aunque Egipto sostiene que en verdad fue un doble agente que sirvió a su país.
Marwan estuvo casado con la hija de Gamal Abdel Nasser y sirvió como secretario de la presidencia de Anwar Sadat. En esa época tomó contacto con el Mossad y comenzó a entregarle los principales secretos militares de Egipto, que desde la humillante derrota de 1967 planeaba recuperar la península del Sinaí. El ataque de Yom Kippur, en 1973, le permitió obtener parcialmente esa reivindicación y se atribuye a Marwan la entrega a Israel de una información desfasada en horas que habría permitido la sorpresa egipcia.
El protagonista de este documental es el historiador Ahron Bregman, quien reveló la identidad de Marwan en la prensa y después en un libro. Bregman aparece en su casa, en su estudio, con su familia, a solas, en profusas
home movies y, en general, parece recrearse, como diría Dickens, en el inagotable objeto de contemplación que encuentra en sí mismo.
Todas las fuentes de inteligencia recogidas en la película niegan que Marwan haya engañado al Mossad, y solo un entrevistado egipcio lo afirma con ostensible sorna. ¿Y Bregman? Está convencido, pero no seguro. En verdad, el profesor Bregman se muestra más interesado en exhibirse como un investigador astuto y perspicaz, un Le Carré del Medio Oriente, aunque todo lo que hace y dice sugiere más bien que es un aficionado incauto, que nunca llega a entender muy bien su hallazgo y que se preocupa solo cuando cae en la cuenta de que Marwan también es una persona. La definición de un aprendiz.
La película se esfuerza por equilibrar los puntos de vista y dejar la decisión abierta. En esto es impecable. (Sobre el mismo caso, Netflix tiene otra, de ficción titulada The angel, dirigida en el 2018 por el israelí Ariel Vromen).
Pero en cuanto cine, repite una tendencia perversa que se ha hecho estándar en el documental político: el relleno mediante la especulación visual. Allí donde carece de material –la mayor parte del metraje–, amontona repeticiones y basurilla sin importancia (en este caso, también las
home movies), y termina por traducir el enigma en una mazamorra de imágenes vaciadas de significación, acompañada de alguna música que se esfuerza por cargarla de intención. Es una pendiente que se repite una y otra vez –la miniserie argentina Nisman es otro ejemplo estridente–, y que está conduciendo al documental político a la condición de desecho en su doble condición de registro y de documento.
THE SPY WHO FELL TO EARTHDirección: Tom Meadmore.
Con: Ahron Bergman, Abdallah Homouda, Yossi Melman, Shmuel Goren, Shabtai Shabit, Rajeev Syal.
94 minutos.
En Netflix.