Hablen conmigo, por favor, padezco la enfermedad: soy desconfiado.
Chile me hizo así.
No llegué al mundo con recelo ni sospecha y tampoco con escepticismo, porque nací chileno e inocente, pero ustedes me enseñaron curso a curso y me fueron criando poco a poco y golpe a golpe.
Lejos quedó la ilusión del pueblo prometido, que alguna vez tuve recogido y en silencio. En la actualidad soy parte del pueblo desconfiado.
No se duelan ni quejen y eviten la política condensada, porque esto no es cosa de un gobierno o de dos, ni siquiera de cuatro o diez, sino de algo peor, algo como un destino implacable y un designio divino.
¿La solución para la Araucanía? Un siglo y más, esperando que lo arreglen.
¿Tren Alta Velocidad (TAV) entre Valparaíso y Santiago? Más de medio siglo, esperando que exista.
Y seguimos esperando que bascule el puente basculante. Si basculaba era el primero en América Latina. Así como está, es el primero en el mundo que pese a ser basculante no bascula.
¿Alguna vez se acaban las concesiones de las autopistas? Yo lo creí así, cuando era confiado, ahora sé la verdad: son eternas.
Debido a los desastres naturales he contribuido a reconstruir el país unas cinco veces, a lo menos, y siempre con la misma fórmula: con impuestos transitorios que se convierten en permanentes.
¿Cómo quieren que no sea desconfiado?
De verdad le creí al almirante José Toribio Merino, cuando en un cocktail-conferencia del siglo pasado, anunció que el futuro estaba en la explotación de la gigantesca biomasa de krill antártico, que sería equivalente a los ingresos que aporta la explotación del cobre, y no exagero. El mundo entero lo consumiría como canapé o plato de entrada, también en empanadas fritas, y hasta el día de hoy, de rodillas lo prometo, nunca he probado el dichoso krill.
Melitren, así se llama el otro tren rápido que viaja desde Melipilla a Santiago y las estaciones ya las bautizaron: El Monte, Tres Poniente y Ciudad Satélite, entre otras. Incluso calcularon el tiempo del viaje total: 24 minutos en hora punta y 48 en hora valle. El Melitren se pensó en 1997, hubo retrasos, debía estar listo el 2017. ¡20 años! Cómo no va a estar funcionando en todo ese tiempo. Hubo nuevos retrasos. Estaría terminado el 2025. Sigo en el andén.
No hablemos del Mapocho Navegable, tipo Sena, Támesis o Danubio, en kayak o en botes de pequeño calado, paseos familiares, turísticos y nocturnos. Como en Europa.
Tampoco de la monumental Ciudad Parque Bicentenario que debió inaugurarse el 2010. ¿Descripción? En el antiguo aeropuerto de Cerrillos, 15 mil viviendas, tipo town house, y unos 60 mil habitantes. Incluía laguna navegable y una nube de áreas verdes.
En fin, y como dijo el poeta: busquemos la mejoría y no la enfermedad, busquemos la luz al final del túnel y no nos tranquemos en la oscuridad del recinto cerrado. Bonita la frase. ¿A quién se le habrá ocurrido? A mí, probablemente.
Para no ser lo que soy, y volver a confiar, se deben cumplir dos requisitos.
Nacer de nuevo.
En otro país, eso sí.