El fútbol no da pausas de reflexión. Aunque sea en tiempos de pandemia y restricción. Por más limitada que esté la competencia (que quizás es lo que, paradojalmente, impide que podamos pensar y conversar más) siempre habrá algún aspecto, una señal que nos indique que no hay dogmas definitivos, sino que, al contrario, hay puntos de vista infinitos a la hora de establecer criterios de excelencia.
Todo depende del momento, de la situación, del gusto personal.
Es cosa de mirar lo que ha pasado en el último tiempo para entender de ello.
Hace un par de semanas, tras el reinicio de la Premier League y la consagración justiciera de Liverpool como campeón, faltaban palabras para elogiar la propuesta futbolística del DT Jürgen Klopp. El alemán, un verdadero líder del pensamiento liberador y rebelde, demostraba con esa victoria de los Reds que no era necesario preocuparse de tener tanto la pelota, sino que de saber mover las piezas cuando el rival la tiene y recuperar la pelota para, en forma rápida, tratar de llegar al arco rival con pasos largos y, ojalá, con solo un par de toques. Klopp sinceramente no cree que el fútbol admita retención del balón, porque, para él, eso impide la sorpresa. La cadencia, el lujo, el excesivo tejido es para el entrenador germano la antítesis de lo que el fanático busca como expresión de su adherencia a este arte. “Rock y no música sinfónica” es el principio que hoy levantan los seguidores del gran Jürgen.
Vaya eslogan.
Cierto. Esa es una postura que tiene seguidores por miles. Pero no es una verdad única y definitiva, porque, como está demostrado, otras expresiones muy diferentes (incluso antagónicas) son capaces de provocar la misma emoción que el dinamismo y el desorden rebelde de un equipo como Liverpool.
Es cosa de ver el aplauso que se ha ganado el Leeds de Marcelo Bielsa en los últimos días, primero con esa oda al toque (30 en total) que se mostró en la victoria ante Stoke City, y luego con el golazo de manual en el agónico triunfo ante Swansea, resultados que tienen al equipo del rosarino a poco del ascenso a Primera.
Toque, posesión, traslado. Música de orquesta numerosa, de teatro lleno, de gala, de baile de salón. Morricone dirigiendo la orquesta y no AC/DC dejando la piel en el escenario.
Y vaya que también hay público para esa expresión más suave.
“Yo disfruto el fútbol teniendo el balón. Es mi idea de la entretención el estar pasándome el balón con un compañero para encontrar el lugar y el momento para atacar. El fútbol es espacio y tiempo”, dice Xavi, quizás sí el jugador que mejor ha entendido alguna vez lo que Michels, Cruyff, Van Gaal, Rijkaard, Del Bosque, Guardiola y, por cierto Bielsa nos han querido enseñar.
¿Es esta entonces, en realidad, la esencia misma del fútbol? ¿Acaso Klopp es el equivocado?
No, por cierto que tampoco este es el fin de la discusión. No todos los equipos tienen los jugadores para tocar y tocar la pelota. Hay otros, como el Liverpool de Klopp, que tiene especialistas en ejercer presión, recuperar y salir rápido a pelotazos largos.
La discusión no tiene un punto final sino que solo puntos de partida. Es lo bonito de esto.