Esta película transcurre nada menos que en la ciudad de Wuhan (sí, la del murciélago), con una historia centrada en pandillas de ladrones de motos. Una de ellas, encabezada por el torvo Ojo de Gato (Jue Huang), se enfrenta con otra, liderada por Zhou Zenong (Ge Hu), en una violenta gresca por el control de una de las avenidas principales. El protagonista, Zenong, es un delincuente cansado y cansino, con demasiada experiencia en el cuerpo y pocas ganas de competir, que se ve impulsado a la violencia sin desearla. Zenong es un hijo del neo noir francés y oriental, donde abundan los “ángeles caídos” que se definen por una forma resignada de la fatalidad. Dos mujeres rodean su caída: Aiai (Lun-Mei Kwei), la prostituta que quiere ayudarlo, y su esposa Shujun (Regina Wan), abandonada por años.
Muy agudamente, la narración discurre por tres puntos de vista: el de Zenong, que relata el origen del cataclismo, dos noches atrás; el de Aiai, que conoce los hechos desde la noche previa, y una perspectiva “objetiva”, que se encarga de todo el desenlace. Entre las tres componen lo que se inicia como un conflicto menor, de ladrones petimetres, y crece hasta los bordes de una tragedia. En conformidad con su protagonista,
El lago del ganso salvaje es determinista y fatalista: los personajes forman una telaraña que carece de salida y que, por eso mismo, solo puede ser contada en retrospectiva, como una manera de establecer la forma en que el destino se encadena para llegar a su final marcado.
Zenong ha cometido un error decisivo –matar a un policía–, y por lo tanto se ve obligado a enfrentarse a la banda rival y a la policía, cuyas estrategias tienen una sarcástica similitud con las de los bandidos (como en Samuel Fuller o en Jean-Pierre Melville). Esa multitud de gente armada invade los callejones y los mercadillos de una Wuhan nocturna, hacinada y lluviosa. No se puede decir que el modo en que está filmada sea muy cariñoso.
Yi'nan Diao, que ganó el Oso de Oro en Berlín por su anterior policial, Tan negro como el carbón (2014), dirige esta película con una voluntad de estilo expresionista, como corresponde al fatalismo: abundan las sombras, los laberintos, los colores intensos (que recuerdan al hongkonés Wong Kar-Wai), la violencia coreografiada (como en Zhang Yimou), y hay secuencias completas construidas en torno a precisos y elegantes desplazamientos de la cámara. Su inspiración parece venir de muchas fuentes, pero casi todas ellas son fílmicas y reúnen las mejores tradiciones del cine negro, despojadas de la fiebre de efectismo que le introdujeron otros cineastas asiáticos.
Yi'nan Diao es un nombre para retener.
AN FANG CHE ZHAN DE JU LUIDirección: Yi'nan Diao.
Con: Ge Hu, Lun-Mei Kwei, Regina Wan, Fan Liao, Dao Qi, Jue Huang, Yicong Zhang, Zeng Meihuizi.
111 minutos.
En Mubi.