Olivier Assayas ha estado intentando lograr una convergencia entre su curiosidad por la política con su similar interés por las “vidas dobles”, las formas de enmascaramiento que van desde la vida doméstica hasta el espacio público. Algo de eso está detrás de su elefantiásica Carlos (2010), acerca del multiterrorista Ilich Ramírez. Ahora, basado en un libro del periodista brasileño Fernando Morais, se interna en el mismo cruce a través de la guerra secreta entre el régimen cubano y los exiliados residentes en Miami.
El relato se inicia en 1990, cuando el derrumbe de la Unión Soviética hace pensar a los cubanos del exilio que sin el auxilio de la superpotencia, el régimen de Fidel Castro tendrá que desmoronarse. En ese punto, un piloto, René González (Edgar Ramírez), abandona a su mujer (Penélope Cruz) y a su hija en La Habana y vuela a buscar refugio en Miami, donde se unirá a los Hermanos Al Rescate y, por esa vía, a la Cuban-American National Foundation, la principal organización anticastrista de Florida.
La red Avispa —cuya culminación pública ocurrió en la realidad en 1998—sigue los moldes de gran parte del género de espionaje, incluyendo alguna desprolijidad en los detalles, las situaciones sin explicación y un exceso de personajes descuidados. A pesar de su renombre, el reparto tampoco ayuda a ofrecer matices: cada estrella parece dedicada a cultivar más su propio prototipo que el papel que le toca. Agréguese que Assayas carece del más mínimo sentido del humor; ni siquiera ha tenido ese sano escudo para distanciarse de sus sujetos más bobos.
Pero a los 55 minutos ocurre uno de esos quiebres temporales a lo Tarantino (“cuatro años antes”) que obliga a reevaluar cuanto se ha visto. Esto parece ser el centro de lo que interesa a Assayas, la multiplicación de los puntos de vista en torno a un individuo (muchos, en este caso), la forma en que las “vidas dobles” pueden subvertir la realidad aparente y crear una nueva. No se trata del “doble” en el sentido alemán de doble personalidad, sino la duplicidad en el espacio social, político, familiar, íntimo. Esto da cierto interés a una cinta que de otro modo se aproximaría a un naufragio total.
Una advertencia: para filmar en Cuba, como se hizo en parte de esta película, hay que someter el guion a las autoridades castristas, de modo que no es posible rodar algo que les disguste. Eso puede explicar que los exiliados de Miami aparezcan como el repertorio de la turbiedad moral, mientras que la policía cubana resulte pulcra como una servilleta. A la dictadura de La Habana no le ha disgustado
La red Avispa. Pero como Assayas se interesa en otras cosas, tampoco le ha importado este gesto de genuflexión política.
Wasp NetworkDirección: Olivier Assayas.
Con: Penélope Cruz, Edgar Ramírez, Gael García Bernal, Leonardo Sbaraglia, Ana de Armas, Wagner Moura, Tony Plana.
127 minutos.
En Netflix