Primero se fue Patricio Rodríguez, el coach más importante del tenis local. Sobrio y ubicado en la hora mayor del deporte nacional, cuando Nicolás Massú y Fernando González se colgaron el oro olímpico en Atenas el sábado 21 de agosto de 2004. Al día siguiente, el viñamarino ganó en individuales en nuestras 24 horas más gloriosas.
“Pato” Rodríguez, jugador y entrenador, es una de las referencias esenciales para explicar el desarrollo de la disciplina más ganadora de este país. Un constructor de campeones, que como tenista fue el puente entre el notable “Lucho” Ayala y la dupla de Jaime Fillol y Patricio Cornejo, quienes llevaron a Chile a disputar la final de la Copa Davis ante Italia en 1976.
El jueves vino otro golpe. Juan Ostoic, nacido en Huara hace 89 años, autodefinido siempre como iquiqueño, basquetbolista con presencia en los Mundiales de Argentina 1950 y Brasil 1954; y los Juegos Olímpicos de Helsinski 52 y Melbourne 56, también partió. En la desaparecida revista El Gráfico- Chile ante el periodista Luis Urrutia O' Nell, Ostoic se definió como un defensa. Una descripción fundamental para los que conocen la pelota naranja: sin marcar no se puede jugar. Es la regla básica de un deporte que evolucionó como pocas y que el “Grande”, así lo llamábamos cada vez que llegaba al Café Haití del Paseo Ahumada, amó y entendió.
Afable, culto, conversador, con la muerte de Juan Ostoic se va el último sobreviviente de una etapa maravillosa del baloncesto local.
En el fútbol, el Tribunal de la Libre Competencia acogió la denuncia de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y condenó a la ANFP a pagar una multa de más de US$ 2,3 millones por exigir a los equipos de Segunda División, como requisito para ascender a Primera B, desembolsar una cuota de incorporación de UF 24 mil y ordenó el cese inmediato de ese cobro.
Una decisión lógica. Nadie dudaba que el Consejo de Presidentes instaló una barrera de entrada a los clubes que ganaban en la cancha su ascenso a la Primera B. Un mazazo para Quilín, justo con la crisis económica que amenaza como pocas veces a una actividad que se da el lujo de indisponerse frente a Turner, su socio comercial prioritario, a quien no cumplieron en octubre el contrato que firmaron.
Otra herencia de Sergio Jadue, de su directorio y la fina mano de Oscar Fuentes, el secretario ejecutivo que maquillaba todos los malabares y que hoy actúa en el fútbol como Pedro por su casa. Tampoco pasan colados Felipe Muñoz (Copiapó – Rangers) y Patrick Kiblisky (Ñublense), los autores intelectuales de ese mamarracho llamado Segunda División Profesional.
Este desaguisado, que se anunció a los cuatro vientos, tiene que recaer en los clubes. Lo más probable es que la ANFP apelará, pero cuesta creer que el fallo varíe. ¿Qué harán para pagar? Tomar los recursos que reciba la federación o generen las selecciones para responder. El Sifup y la ANFA deben estar atentos. Después de este desastre, ¿alguien cree que no es urgente separar la Federación y la ANFP?