Si el covid-19 no hubiera azotado el planeta, hoy Chile despediría como corresponde a Marlene Ahrens, la mayor deportista que tuvo este país. El recorrido de su carroza por Santiago marcaría una jornada emocionante. Sería la justa retribución para una mujer extraordinaria y digna.
La medalla de plata en los Juegos de Melbourne 1956 permanece y agiganta su figura. Pasaron 64 años y ninguna exponente del deporte local se acercó a la actuación de Marlene Ahrens. Solo la triatleta Bárbara Riveros y su quinto lugar en Río 2016 miró de reojo a la lanzadora de la jabalina. Cuando la URSS se instalaba como potencia, arrebatarles una presea a sus representantes era casi un despropósito. Por eso es necesario dimensionar la grandeza de Ahrens, quien obtuvo su logro a cuatro años de la instauración del voto femenino en las elecciones presidenciales. Un dato que contextualiza y realza su registro.
Sensaciones extrañas de una semana en que se inscribieron las candidaturas para la elección de la ANFP. Cuesta entender que Deportes Valdivia apoye la postulación de Lorenzo Antillo, aportando un nombre a su lista. Los valdivianos denunciaron a Martín Iribarne, representante de Unión La Calera en el directorio de Sebastián Moreno, por intervenir en el conflicto entre sureños y cementeros por la propiedad del lateral Erick Wiemberg.
El timonel de Audax Italiano es respaldado por los que quisieron abusar de su posición de poder en el caso del zaguero, pero también por los mismos que casi sentenciaron su descenso a la Segunda División, al aprobar el coeficiente de rendimiento de las temporadas 19-20. El insólito porcentaje de 60 a 40, a la hora de medir los puntajes, deja a los fluviales casi en la última categoría del profesionalismo por su campaña del año anterior.
Tampoco se entiende que Arturo Aguayo forme parte de la lista de Antillo. Los clubes que apoyan al dirigente itálico cuestionaron los balances del directorio de Sebastián Moreno, e incluso anunciaron la contratación de auditorías forenses. No les cuadraban los números. Para los olvidadizos, Aguayo era el tesorero de la defenestrada mesa que ganó la elección de 2018. Lo normal es que el exfuncionario de la CAP y presidente de Huachipato ni siquiera escuchara una propuesta de quienes pusieron en duda sus capacidades profesionales.
En el actual estado de cosas, el fútbol chileno asiste a un hecho de enorme gravedad. El empresario argentino Christian Bragarnik, uno de los propietarios mayoritarios de Unión La Calera, se lleva a Unión de Santa Fe a su representado Juan Manuel Azconzábal, hasta ahora entrenador de Deportes Antofagasta. Sin sonrojarse le saca el técnico a uno de sus rivales directos, dañando a un equipo que ahora tendrá que buscar DT.
¿Quién le pone el cascabel al gato? Porque mañana Bragarnik levanta el goleador a un cuadro que pelea un puesto con sus instituciones (La Calera y San Luis) y lo liquida. La propiedad de los clubes y sus mallas societarias son un hoyo negro que requiere intervención urgente del Estado. De lo contrario, el fútbol chileno se perfumará en las alcantarillas.