Son días tan duros. Durísimos. La gente muere. Mucha gente. La pandemia aprieta, asfixia y mata. Algunos la contienen y triunfan… Pero momentos después tiemblan de miedo por la “segunda ola”, más temida que la primera. Cada país ensaya fórmulas, pero son ensayos de improvisaciones. A los uruguayos les funciona, pero a los suecos no.
Recuerdo las crónicas que Renato González, “Míster Huifa”, escribía sobre los bravos orientales. Según decía, los uruguayos lo inventaron todo en el fútbol. Ya en sus triunfos olímpicos de 1924 y 1928 mostraban aristas del fútbol que venía, confirmadas en el Maracaná en 1950.
Había y hay algo en los uruguayos. Disciplina, aparte de buen fútbol, por supuesto.
Los suecos también eran y siguen siendo muy disciplinados. Sin embargo, no han tenido el mismo resultado de los orientales en el combate contra el virus y muestran, en cambio, una altísima tasa de mortalidad y están fuera de la apertura de fronteras de sus vecinos. No se ha sabido, o yo no sé, de la salida de ninguna autoridad sanitaria, como en Chile, tal vez porque los escandinavos no tienen jaurías destituyentes.
Pero volvamos a la disciplina, que fue y no sigue siendo una característica de los chilenos. En efecto, nuestro fútbol era, en sus inicios, muy disciplinado. Nada técnico, pero sí disciplinado, lo que explica su desarrollo. Fue por eso que Francisco Platko pudo consagrarse en Chile con su revolucionario Colo Colo campeón invicto de 1941, al año siguiente de haber fracasado en River Plate. Éramos conscientes de nuestras limitaciones técnicas y apelábamos a la táctica como recurso nivelador ante las potencias.
Pero ya no lo somos, según parece.
Nuestros hermanos charrúas están pasando la pandemia sin medidas coercitivas y con resultados envidiables. Algunos tontones insisten en que han tenido cuarentenas, lo que es falso: sus autoridades han aconsejado medidas de resguardo —igual que en Chile— y los ciudadanos han seguido los consejos —a diferencia nuestra—, resultando con bajísimos números de contagio.
La cosa va más allá. Aparte de no respetar las cuarentenas, vemos cómo algunos son detenidos por incumplirlas ¡hasta 16 veces! Vemos cómo aumentan los delitos en horarios de toque de queda (porque hasta eso tenemos, toque de queda, no me haga acordar…). Vemos barricadas, enfrentamientos con la policía, un militar muerto por un automovilista que escapa de un control y un policía atropellado en parecida circunstancia. Vemos espectáculos en un Congreso de tres pistas que ha restringido las reelecciones de sus artistas.
Pero no son solo el fútbol y sus profesionales los que extraviaron la disciplina, también sus directivas, que en otra época organizaron un Mundial, inventaron la Copa Libertadores, fundaron la Confederación Sudamericana (sin saber en lo que terminaría) y otras actuaciones. Hoy son una montonera. Alguno serio debe haber, pero su nombre no salta espontáneamente. La ANFP tiene más pistas que el Congreso y más artistas con caras pintadas y zapatos gigantes. Y espera elecciones con la telepresencia de Sergio Jadue y la candidatura de un político importante, con electores llegados desde el otro lado, el mismo que hace más de 200 años trajo a los libertadores, que venían con sueños en sus mochilas. Los de hoy las traen vacías para llenarlas en clubes ingenuos.
Entonces, cuando la pandemia aprieta y mata, todo esto parece tan, tan irrelevante.