Días atrás recibí un correo electrónico dirigido a todos los empleados del Miami Herald y el Nuevo Herald, cuyo encabezado decía: “¡Nos estamos mudando!”. Quiero compartir con ustedes partes de ese email, porque es premonitorio de lo que ocurrirá en todas partes después de la pandemia de covid-19, y de cómo cambiarán nuestras vidas.
“Nos mudaremos de nuestras oficinas para fines del verano”, escribió allí la directora de los dos periódicos, Aminda Marqués González. “He aquí por qué: la pandemia ha acelerado la capacidad de nuestra organización para trabajar de forma remota”.
Continuó diciendo que “hemos aprendido en los últimos meses que, con los equipos y el software adecuados, nuestro plantel puede ser extremadamente productivo trabajando desde casa”. Y agregó que la compañía se mudará a un nuevo lugar “donde podamos recibir a visitantes, reunirnos y trabajar juntos en un espacio de trabajo que complementará el trabajo remoto”.
Esto está ocurriendo no solo en la industria periodística, donde muchos diarios como el Miami Herald y el Nuevo Herald están luchando por sobrevivir, sino en casi todas las demás. Google, Facebook, Twitter y muchas otras compañías ya han anunciado que parte o todos sus empleados trabajarán a distancia durante el resto del año.
Una encuesta reciente de Gallup descubrió que el trabajo remoto aumentó del 31% en marzo al 62% en abril en Estados Unidos. Ese porcentaje probablemente aumentó aun más desde entonces.
Cuando escribí en 2018 mi libro “¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización”, pronostiqué que el trabajo remoto y la automatización de muchos empleos se convertirán en la norma antes de fines de esta década. Bueno, la pandemia aceleró los tiempos, y todo eso va a pasar ya mismo.
Así como la pandemia obligó a las empresas a trabajar por Zoom, el covid-19 llevará a muchos supermercados a usar cajeros automáticos para reducir el riesgo de que sus cajeros se contagien al estar tocando paquetes y billetes todo el día.
Del mismo modo, muchas fábricas van a querer reemplazar trabajadores por robots. A diferencia de los trabajadores humanos que están sentados uno junto al otro en la línea de producción, los robots no se contagian con las pandemias. Y además, los robots industriales son cada vez más baratos, trabajan tres turnos al día, no se toman vacaciones y nunca piden aumentos de sueldo.
Para muchos estadounidenses, la vida cambiará para mejor. Millones irán a la oficina una o dos veces por semana, y evitarán perderse dos horas al día en el tráfico de ida y vuelta al trabajo. Eso les dará más tiempo para pasar con sus familias o hacer otras cosas. El trabajo remoto, el aprendizaje en línea y la telemedicina también ayudarán a reducir el tráfico y la contaminación ambiental.
Es cierto que muchos trabajos dejarán de existir por la automatización, pero los tecno-optimistas señalan que a lo largo de la historia la tecnología siempre ha creado más empleos de los que ha destruido.
Y es cierto que se abrirán nuevas oportunidades para algunos: millones de personas que se han acostumbrado a trabajar a distancia a raíz de la crisis del covid-19 están entrando en plataformas como Upwork.com o Freelance.com para encontrar trabajos remotos en cualquier parte del mundo.
Pero, por el lado negativo, el mundo del trabajo post covid-19 trae consigo el riesgo de que se acentúe la desigualdad entre la gente con mayor y peor educación, entre los “conectados” y los “desconectados”, y entre los países ricos y pobres.
Mientras que Estados Unidos, China y Corea del Sur ya están muy avanzados en robótica y tienen conexiones de internet de alta velocidad 5G, América Latina recién está empezando a usar esas tecnologías en gran escala.
Es muy temprano para saber si todo esto nos hará más libres y felices, o más solitarios y deprimidos. Pero dudo de que haya una vuelta atrás. Mi humilde pronóstico es que a la larga seguiremos viviendo más y mejor, tal como ocurre desde que vivíamos descalzos en las cavernas. Pero la transición al nuevo mundo laboral post covid-19 será brutalmente rápida y, a menudo, traumática.