La separación de la Federación era necesaria e irremediable. Todos los candidatos al sillón de la ANFP —sobre todo Arturo Salah— la propusieron como una medida urgente, pero con el correr de las administraciones la idea se iba borrando, como tantas otras. Y es que los recursos que generó la selección en los últimos años fueron generosos, pese a que la mayoría se utilizó para pagar los premios pactados con los jugadores.
No iban a ser los dueños de sociedades anónimas los que votaran favorablemente la separación, porque significaba reducir poder y perder recursos. Y menos los presidentes de la ANFP —en un sistema que centraliza mucho el poder— los que cedieran una porción trascendente de su influencia. El “golpe de estado” propiciado por la inmensa mayoría de los clubes en contra de Sebastián Moreno no solo demostró la fragilidad, carencia de liderazgo y empatía del dirigente, sino la falta de cálculo de los opositores: desde la Conmebol fueron conminados a ejecutar una modificación que se resistieron por años a llevar a cabo.
Si somos optimistas, una Federación autónoma volverá a preocuparse prioritariamente de las selecciones menores, del desarrollo del fútbol femenino y, sobre todo, de establecer límites al ejercicio de la Roja, autogestionada por los jugadores desde hace mucho tiempo. Cuando finalice la pandemia y retornen las competencias, las clasificatorias al Mundial significarán un ejercicio que ni Moreno ni sus directores podrían haber realizado, sencillamente porque perdieron la capacidad de administrar adecuadamente hace mucho rato.
La ANFP quedaría así desvinculada de una labor que muchas veces se contrapone con la de su propio ejercicio. Los intereses de los propietarios de clubes —ávidos muchos de ellos por aprovechar la plataforma de las selecciones solo para sus propios negocios— colisionan con demasiada frecuencia con las planificaciones que requiere la lucha por ir a una Copa del Mundo.
De hecho, una Federación independiente podría acelerar la construcción de un complejo para las selecciones, una deuda irritante e infame para la cantidad de dinero recibido en los últimos años.
Si somos pesimistas, deberíamos decir que este proceso será conducido y ejecutado por los asambleístas de siempre, a puertas cerradas, en camarillas y con el mismo avieso propósito: no perjudicar sus ganancias. Es probable que todo cambie para que siga igual, y que en la Federación quede instalado una marioneta que responda a los intereses de la manada, más que al progreso de la actividad.
En ese escenario, donde la selección vuelve necesariamente al debate, seguimos lamentando la ausencia de Reinaldo Rueda, un técnico altamente capacitado, influyente, que condujo procesos renovadores en los clubes y selecciones donde ejerció, y que hoy es convocado a charlas y conferencias internacionales para hablar de…organización deportiva. Por alguna razón que desconozco, su voz no se escucha acá, donde más se necesita. Y no es por falta de invitaciones.