El fin de semana se reinició la Bundesliga y la expectación por el torneo alemán —muchas veces denostado al ser comparado con la opulencia de la Premier League o de la Liga de las Estrellas— se convirtió en un panorama imperdible para el mundo futbolero.
Es obvio. Los alemanes fueron los primeros europeos en retornar a la competición tras la obligatoria para producto de la pandemia, y claro, partidos que antes solo estaban para ser vistos a modo de resúmenes o highlights se convirtieron, de una, en un panorama imperdible para el futbolero de corazón.
Los goles de Haaland (el noruego convirtió el primero de este regreso al fútbol) y Lewandowski (cómo no), los errores arbitrales y la aplicación acertada y no del VAR se mezclaron con otros elementos anexos que conformaron un espectáculo diferente al habitual y que, más allá de las restricciones y protocolos, deberían ponerse en la mesa para analizarse cuando volvamos a la normalidad.
La ausencia de público en las graderías, por ejemplo, constituyó un elemento interesante. Puede haber sido simple coincidencia, pero al menos en esta primera fecha de retorno, fueron pocos los equipos locales que lograron la victoria, lo que hace pensar a priori (todo esto requiere, sin duda, de una observación de mayor alcance) que la presencia mayoritaria de hinchas de un equipo en el estadio sigue siendo un factor que incide directamente en los resultados. Es decir, el ambiente también juega en alguna proporción y por eso es que castigar a clubes a ser locales por alguna circunstancia de violencia puede ser una medida ejemplificadora, que termina doliendo por el costo que puede significar. Y no únicamente en lo económico.
No es solo eso lo que llamó la atención.
Durante los partidos de la Bundesliga se produjo una cantidad muy alta de lesiones musculares según los datos que se han entregado en las últimas horas, lo que no parece ilógico en la medida en que no ha habido entrenamientos regulares durante este período. Por ello es que parece una buena medida la decretada por la FIFA en el sentido de aumentar el número de cambios a cinco en un partido. Es cierto, aquella es una propuesta que se puede o no tomar (no es aún un dictamen aprobado por la International Board) pero en vista de la alta exigencia física que se vive hoy en las competiciones a nivel internacional no es cuestionable utilizar varias sustituciones. No se desvirtúa el fútbol, como postulan algunos entrenadores que están en contra de esta idea de la FIFA. Más bien, parece que tiende a protegerlo.
Claro, hay otras situaciones que obviamente solo podrán aplicarse conforme se sigan viviendo períodos de emergencia sanitaria como la exigencia de la ponderación en las celebraciones de los goles (hoy, los abrazos están prohibidos en la Bundesliga y un jugador puede ser denunciado y castigado por ello). Pero también hay otras que con seguridad permanecerán como parte del folklore habitual del fútbol.
Y tendremos que atribuírselas a un período oscuro en que pensábamos que el fútbol no podría resucitar.
Vaya qué curioso.