Es entendible que ni la ANFP ni los clubes se hayan preocupado en los últimos meses de mantener la atención del hincha. Hacer un poco de ejercicio para encender la chispa, para decir que ya vuelven, para dar a entender que están preocupados.
En Quilín no hay nadie, virtualmente. Moreno sabe que se va y su único aliado, Marcos Kaplún, está preocupado de una transición ordenada. Los funcionarios entienden que, como suele ocurrir, con el cambio de mando habrá un nuevo diseño de gestión y, como la principal crítica al actual presidente ha sido precisamente esa, es probable que el cambio en las gerencias sea absoluto.
Las sociedades anónimas han estado muy ocupadas en las intrigas virtuales, de elegir el bando, de sumar votos, porque ni hablar de hacer un programa. No es que estén abocadas febrilmente al plan de retorno, a los protocolos, a definir las políticas de seguridad, al marketing, a diseñar una estrategia para que el juego a tribunas vacías no se vea tan frío. Ni hablar de fidelizar a la hinchada, de hacer conferencias para los fanáticos, de poner a los jugadores símbolos en contacto con la gente aprovechando las nuevas tecnologías.
Lo importante es contar votos, el pasatiempo favorito previo a las elecciones. ¿Ha visto, leído o escuchado alguna entrevista conceptual con los propietarios de clubes donde se anticipe el futuro? ¿Ha sabido de algún candidato que corrija lo que se hizo y proponga lo que hay que hacer? ¿Sabe usted a ciencia cierta quiénes son los voceros de cada grupo y por qué se han aglutinado en ese orden, sin que esa razón sea el mero asalto del poder? ¿Será posible conocer algún documento donde estén plasmados los proyectos que nos permitirán salir de la peor crisis en décadas para el fútbol chileno? ¿Tenemos alguna razón para interesarnos en el proceso de cambio, si hasta ahora solo parece un ajuste de cuentas y una nueva asonada para conquistar un sillón que ya está vacío para efectos del liderazgo? ¿No le parece que ante tamaño remezón lo consecuente debería ser buscar el consenso y no de dividirse en dos bandos inasibles?
Nadie en la industria parece interesado por avisar que están vivos, funcionando, trabajando, creando. Mientras los medios hacen ingentes esfuerzos para evadir la crisis de la ANFP (que a la gente poco parece importarle) apelando a la nostalgia y a los héroes de antaño, nuestros principales jugadores demuestran estar en definitiva cuarentena.
El último partido de la selección fue en octubre, ante Guinea. Desde entonces, del grupo solo se supo que no jugarían contra Perú y una confusa declaración escrita. Reinaldo Rueda no ha aparecido jamás, ni hemos sabido de los referentes del grupo reunidos, aunque sea, en un Zoom. Dormidos, ajenos, impávidos. En crisis, escondidos, temerosos. Yermos. Sin que nadie se atreva ni se anime a encender una chispa que nos demuestre que tienen tantas ganas como nosotros de que el fútbol vuelva.