Dos médicos fueron, para mi gusto, los personajes de esta semana. Es bastante obvio, considerando que nuestra vida hoy no es otra cosa que el monotemático tema del coronavirus.
Los dos personajes son: en este rincón, el doctor Enrique Paris, expresidente del Colegio Médico; en el otro, la doctora Izkia Siches, actual presidenta del Colegio Médico.
Los dos se batieron a duelo el jueves.
El
round más vistoso fue aquel en que ella se apersonó en La Moneda y desde los patios del Palacio se dio el gustito de criticar al Gobierno en su propia casa y de decirle al Presidente cómo se debían hacer las cosas de ahora en adelante. Una periodista, al hacerle una pregunta, le dijo “presidenta”. Pocas horas después, Paris (quien bien vale una misa) salió a cuestionar en televisión los dichos de Izkia, e hizo ver que lo que corresponde en estos momentos críticos es apoyar y no criticar a la autoridad.
Pero yo siempre me fijo en otras cosas. Por deformación o por patología, no lo sé. A mí me llamó la atención otro cruce de opiniones entre Paris y Siches.
El doctor había dado una entrevista ese mismo jueves donde desechó la tesis de la oposición respecto de que el aumento de contagios en Santiago era culpa del Gobierno. “Aquí somos todos adultos y entendemos que enfrentamos un virus capaz de causar mucho daño”, argumentó.
Yo le encuentro razón, la verdad. Todos (además de todes y de todxs, para no dejar a nadie fuera y reforzar mi punto) sabemos que la mejor manera de evitar contagios es lavarse bien las manos, mantener la distancia con otros y usar mascarilla. Eso baja a un mínimo las posibilidades de enfermarse. ¿Se necesita un decreto para obligar a la gente a hacer eso? ¿Hay que andar persiguiendo con la policía a los que hacen fiestas masivas, a los que quieren partir a la playa, a los que organizan asados? Esta semana se supo de tipos contagiados que andan prófugos y personajes que los han sorprendido varias veces no respetando el toque de queda. En países como Suecia nunca se ha decretado una cuarentena obligatoria y la gente se cuida sola. Actúan como adultos.
Pero el jueves en la tarde, Izkia Siches, ya saben, en los patios de La Moneda, pidió que no se le echara la culpa a la gente por el aumento de los contagios.
Es cierto, nunca sabremos qué porcentaje de los contagios ocurrieron por negligencia o falta de cultura cívica o de solidaridad de adultos que mantuvieron conductas de riesgo sabiendo lo que hacían. Pero si yo estoy con tos y estoy sentado en una mesa con cinco personas y no uso mascarilla, y los contagio a todos, ¿a quién debo culpar?
¿Tengo que esperar a que el Gobierno me diga qué tengo que hacer todo el tiempo? ¿Si tengo que lavarme las manos después de hacer pipí cuando estoy en la oficina? ¿Si tengo que cuidarme para no enfermarme de sida? ¿Si puedo o no tomarme siete piscolas? ¿Si puedo fumar o no?
Oye, por fi, quiero que me trates suavemente. Como el niñito chico que soy. Por fi. Si me contagio de coronavirus en un carrete o en otras cosas como esas, no me eches la culpa. Tampoco culpes a la noche, ni a la playa, ni a la lluvia. Culpa al Gobierno.