Veinte años exactos. Un 1 de mayo, esta columna “Mesa y Mantel” comenzó a publicarse firmada por Begoña Uranga. Semanalmente, con mayor o menor espacio, el comentario daba cuenta de la increíble evolución que comenzaba a experimentar la gastronomía chilena.
En todo el mundo, la tendencia indicaba que la cocina estaba dejando de ser cosa de abuelitas y mamás, para convertirse en la pasión que había de atraer masas y que convertiría desde empresarios a ejecutivos, legiones de jóvenes y muchos otros, en entusiastas chefs.
Los libros de cocina vivieron su época de oro, así como los programas de televisión, artículos y objetos para cocinar. Incluso las constructoras debieron adecuar sus proyectos incorporando la cocina como el centro de la casa.
Los chefs se convirtieron en las nuevas estrellas del panorama social, hasta el punto que muchos perdieron su talento atraídos por las luces. Los que se concentraron en su vocación se fueron convirtiendo en clásicos, recibiendo el reconocimiento y aplauso de moros y cristianos.
Los crecientes viajes al extranjero, así como la influencia de los inmigrantes, fueron incrementando la cultura culinaria. Los restoranes comenzaron a poblar los barrios de las principales ciudades. De mantel largo, especialidades, picadas, pequeños establecimientos y bares de vinos, entre otros.
Fueron años de esplendor donde la competencia se hizo feroz y el público se benefició de ello. Sin embargo, en octubre vinieron las primeras protestas y la cancelación de los eventos internacionales programados, que, junto a la ausencia de turistas, hizo trastabillar a muchos.
Y, de improviso, el coronavirus se convirtió en pandemia y el sector gastronómico —especialmente— se vio devastado. Se acabaron los ingresos y el trabajo para muchos miles de personas. Algunos, heroicamente, siguen dando la pelea con el
delivery. Sin embargo, nadie sabe lo que depara el futuro.
Mientras tanto, esta columna dejará de publicarse no sin antes agradecer a todos los editores que tanta paciencia tuvieron en estos años y a los lectores que fielmente seguían los comentarios. ¡Ojalá todo sea mejor después de esta crisis y volvamos a encontrarnos! Hasta pronto.
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