Mayo del 2010. Mari Gilbert (Amy Ryan), obrera, camarera y siempre pobretona, espera que su hija veinteañera, Shannan, la visite en su casa de Ellenville, en el estado de Nueva York. La joven no aparece en 48 horas y Mari emprende la búsqueda con sus dos hijas adolescentes. La última pista de Shannan la conduce a Oak Beach, en Long Island. Pero la policía no muestra mucho interés en investigar: Shannan estaba dedicada a la prostitución y probablemente envuelta en drogas.
De ese modo, Shannan ha estado en las dos puntas del patriarcalismo: en un negocio creado para los hombres y denigrado por los mismos hombres. Mari se enfrenta a esa doble discriminación, pero —a punta de bravura— logra establecer que la desaparición de su hija calza con un patrón que se repite en más de una decena de jóvenes como ella: solitarias, desprendidas de su familia, ofrecidas por internet y proveedoras para una comunidad cerrada y reclusiva.
El relato se basa en la investigación del periodista Robert Kolker, subtitulada “Un misterio americano no resuelto”, que siguió el caso de las 16 jóvenes perdidas en el área de Oak Beach. Lo dirige Liz Garbus, titular de un considerable prestigio como productora y directora de documentales; este es su primer largometraje de ficción. Y quizá por eso exhibe sus fortalezas y sus debilidades.
La debilidad principal es la tendencia a usar el montaje alterno (ir de un espacio a otro) sin una necesidad estructural. La historia no requiere ese movimiento, sobre todo cuando el punto de vista inequívoco es el de la protagonista. Este modo artificial de mover la narración revela alguna inseguridad en el material, una incerteza que puede derivar de la complejidad del caso, pero no es su mejor solución. Cuando no significa algo por sí mismo, el montaje alterno funciona como una mera artimaña para mantener un interés forzado.
La fortaleza es un cierto sentido plástico, que le permite a Garbus integrar el paisaje como reflejo del estado anímico y moral de sus personajes. Durante todo el comienzo prevalecen unas nubes bajas y ominosas, presagio de lo que va a ocurrir: es un paisaje sin horizonte. Y cuando el horizonte aparece por primera vez, está en un nivel muy bajo, dejando un peso enorme al cielo. Los cineastas agudos conocen la importancia del horizonte en el cine, aun de manera intuitiva.
Este manejo es un triunfo de Garbus dentro de una película tan sombría y desesperada. Los sospechosos aparecen y desaparecen de sus casas, todas elevadas sobre un pantano de arbustos duros y densos, como si quisieran eludir la línea del horizonte, mientras la protagonista intenta abrirse paso entre los reproches a su moral de madre y la indiferencia de las instituciones. El pavor anda por debajo, como siempre.
LOST GIRLSDirección: Liz Garbus.
Con: Amy Ryan, Gabriel Byrne, Thomasin McKenzie, Lola Kirke, Oona Laurence, Dean Winters, Reed Birney, Kevin Corrigan, Molly Brown. 95 minutos.
En Netflix.