Si miramos con cuidado nuestras propias vidas, veremos que en cada hito, en cada cruce de caminos, en cada opción, ha sido la reducción de la incertidumbre lo que ha motivado la acción. Optamos, aunque sea en el pensamiento, por un camino. Luego viene un maravilloso proceso en que nuestra mente se dispara en argumentos que hagan la acción elegida como la única válida. ¿Por qué? Para reducir la incertidumbre.
Dicen los expertos que las mujeres toleran menos la incertidumbre que los hombres. En test neurológicos, las mujeres entran en tal estado de sobreproducción de sustancias cuando la incertidumbre es muy larga, que eligen, deciden, para arrancar de esa situación. Los hombres la toleran mejor. De ahí tal vez viene esa creencia de que las mujeres toman decisiones “hormonales”.
Todo es discutible. Sea como fuere, es un hecho que las mujeres toman decisiones, o sea, hacen elecciones más rápido que los hombres. Puede ser que crean más en la fantasía que lo hombres. Estamos llenas de sueños y sabemos relegarlos a la fantasía más remota cuando está en juego la salud y/o la vida presente de otro querido. Los hombres suelen tener los pies más puestos en la realidad y saben relegar las fantasías, postergarlas, reprimirlas, o por último, vivirlas solo como una ensoñación del presente. Parece abstracto. No lo es.
La literatura internacional describe la enorme incertidumbre que vive el mundo con el nuevo virus. Las mujeres la toleran mejor. Los hombres la enfrentan mejor.
Siempre se dice que relegar es negar, y no es bueno. Eso no vale para tiempos de incertidumbre. Si la fantasía nos ayuda a tolerar esta enorme incertidumbre del virus que puede estar o no estar, matarnos o no tocarnos, atacar a los nuestros y hacernos sufrir, entonces bienvenida la fantasía femenina que nos permite vivir el presente con mayor distracción cuando lo que predomina es la incertidumbre.
Esta vez, nuestro enemigo es el miedo a no saber, que se llama incertidumbre. Tolerémosla, soñando, leyendo, viendo series, jugando con niños y nietos, tomando precauciones, negándola a ratos, caminando en redondo en cuarentena, soñando con algo concreto que haremos después de que esta locura mundial se disipe. Lo que sea, pero que la incertidumbre no nos gane la batalla del presente.
Hay que cuidarse, pero también hay que pelearle a la incertidumbre.