La comparecencia diaria de las autoridades del ministerio de Salud informó ayer de 294 fallecidos por influencia del covid-19, con un niño de 13 años entre las víctimas. El total de casos llegó a 25 mil 572 pacientes, mientras que hoy enfrentamos 13 trece mil 218 enfermos. Se reportaron además mil 391 nuevos contagios.
Mientras los chilenos afrontamos esta pandemia, un grupo de dirigentes del fútbol profesional dio un golpe de estado al presidente de la ANFP, Sebastián Moreno. El éxito de la maniobra se refleja en que el extimonel de Cobresal se quedó con un director en su mesa, el histórico Marcos Kaplún, y su salida está resuelta.
Los clubes que fraguaron el derrocamiento son los mismos que llevaron a Moreno a presidir el fútbol nacional. A partir de confabulaciones ordinarias, vendettas barriales o de la soberbia que da el dinero, determinaron sacarlo del sillón de Quilín. El grueso de este grupo formó parte del brazo de sustentación de Sergio Elías Jadue Jadue, como lo recordó Marías Inés Facuse, la expareja del soplón de la justicia estadounidense, en la entrevista del periodista César Campos en Las Últimas Noticias el lunes pasado.
Es el mismo lote, con algunos refuerzos intrigantes que se sumaron en el último quinquenio, que no tuvo miramientos en interrumpir el ciclo de Marcelo Bielsa. El fútbol no les interesa, su negocio es vender futbolistas.
Tampoco se trata de instalar a Moreno como una víctima. La intrascendencia, en un contexto normal, pasaba colada. Sin embargo, el estallido social de octubre y el coronavirus obligaban a tener una conducción lúcida. Ese atributo no estaba en el rancagüino, quien careció de liderazgo para que el campeonato volviera en noviembre, cuando retornaron todas las demás áreas productivas. Una falencia acrecentada al no imponerse a los seleccionados que no viajaron a Lima para enfrentar a Perú. Un papelón que generó consecuencias económicas y pérdida de credibilidad.
Sin una base de sustentación poderosa en los equipos, carente de espalda económica, sin lazos ni peso en la Conmebol, con la mochila de su paso por la División Salvador de Codelco (un capítulo que siempre apareció desde su paso como secretario general en la mesa de Arturo Salah), el abogado demostró que no disponía de los atributos que demanda una industria gigantesca. Un escenario en el que se convive a diario con una olla de grillos, en la que los clubes serios y con proyección son succionados por instituciones cuyos dueños tuercen la ley, al tener propiedad en más de un club; empresarios de jugadores chilenos y extranjeros que apuntan a su negocio particular; y especuladores financieros, que creen tener la verdad universal.
El futuro es muy negro. Colo Colo, las universidades de Chile y Católica, sumado a los cuadros que prefieren el anonimato y a los históricos, los que poseen proyecto deportivo, tienen la misión de separar aguas y defender el futuro de la actividad.
Está claro que el próximo directorio requiere personas con independencia económica, sin abolladuras, dispuestas a gobernar con y para todos, pero hablando fuerte y claro. Gente de fútbol dispuesta a dar los pasos modernizadores que los tiempos reclaman.