Esta película es la segunda parte de una trilogía iniciada con
El guardián invisible (2018) y que ha de terminar con Ofrenda a la tormenta, cuyo estreno en España, inicialmente programado para mediados de marzo, ha sido retrasado hasta el 12 de junio. Las tres películas son adaptaciones de una trilogía literaria de Mercedes Redondo, una de las más exitosas autoras españolas de best sellers criminales, cuyas obras además han dado pie a novelas gráficas.
La llamada
Trilogía del Baztán tiene estos elementos en común: se desarrolla en el valle de Baztán, un escenario semimontañés del noreste de España, en la Comunidad Foral de Navarra; sigue a la inspectora Amaia Salazar, entrenada previamente por el FBI (lo que se cuenta en otra novela anterior), que regresa con esta investigación a su villa natal de Elizondo; y se interna en crímenes de vaporosos ribetes religiosos, con raíces en la mitología vasca. La conexión más importante, sin embargo, es el propio pasado de la inspectora Salazar, cuyas hermanas conservan la industria de las Mantecadas Salazar.
En
Legado en los huesos, la inspectora (Marta Etura), que recién es madre, es asignada a investigar los asesinatos en serie de mujeres y bebés con un rasgo sacrílego: los huesos de las víctimas son dejados en los altares de las iglesias. Como informa el prólogo, ritos similares llevaron al inquisidor Alonso de Salazar y Frías a investigar episodios de brujería y fanatismo en 1611, lo que establece una continuidad con alcances renacentistas. En esa época, una casta de marginados, los agotes, habrían tomado venganza contra todas las instituciones mediante rituales maléficos. La presencia de unos bosques umbríos y lluviosos, cubiertos de niebla intermitente, con riachuelos y cuevas agrestes, completa el cuadro propicio para el horror gótico.
Las tres películas han sido dirigidas por Fernando González Molina, un realizador con experiencia en series policiales de televisión. Aquí, con una fotografía de alta definición, emplea drones,
travellings y un montaje filoso para dotar de movimiento a cada minuto, incluso cuando no es estrictamente racional (¿por qué corre tanto la inspectora Salazar?). Este esfuerzo visual rodea a la película (igual que a la anterior) de un cierto aire artificioso, que agrega irrealidad a una historia ya cargada de fantasía.
El espectador aficionado al ocultismo se encontrará a sus anchas con la cantidad de caminos equívocos y cabos sueltos que propone la intriga. El resto debe sobrepasar todos estos obstáculos para entrar en la lógica antropofóbica de
Legado en los huesos, donde todos son sospechosos —familiares, amigos, colegas, forenses, testigos— hasta que demuestren lo contrario.
LEGADO EN LOS HUESOS
Dirección: Fernando González Molina.
Con: Marta Etura, Carlos Librado “Nene”, Leonardo Sbaraglia, Imanol Arias, Elvira Mínguez, Susi Sánchez, Colin McFarlane.
121 minutos.
En Netflix.