Una mujer que está a punto de dejar a su marido queda “atrapada” con él en su departamento, producto de la cuarentena obligada. La enfermera jefa de una unidad de cuidados intensivos debe vivir aislada en una pieza del patio de su casa para no exponer a sus hijas y a su madre a un posible contagio. El dueño de un bar está perdiendo todo lo invertido por años mientras despide a sus más cercanos colaboradores. Son situaciones durísimas que ellos exponen frente al psicólogo Pablo Ortega (Francisco Melo) a través de sesiones por Skype.
En menos de media hora, cada capítulo de “Historias de cuarentena” muestra dos sesiones con el profesional y, en la medida que avance la serie, los casos llegarán a siete (incluyendo lo que vive el propio psicólogo en su encierro junto a su esposa). Pocas veces, un producto de ficción en la televisión abierta ha estado tan en sintonía con los dolores que hoy viven millones de chilenos. Esta coincidencia tiene relación con que el proyecto se realizó en apenas tres semanas y como una reacción a una realidad implacable: Mega ya no podía seguir grabando los capítulos de sus teleseries en curso debido al aislamiento social. Entonces, se decidió aprovechar la principal, y en muchos casos única, vía de contacto hoy: las aplicaciones digitales y sus pantallas.
Pero esta sincronía tiene que ver con el arrojo de atreverse a mostrar, sin concesiones, duras realidades, lo que no es habitual en la TV abierta local ni menos en su ficción. Hay quienes han expresado en redes sociales que no quieren ver en pantalla los problemas que viven a diario, pero otros dicen sentirse identificados y lo agradecen. Con todo, “Historias de cuarentena” logra conmover, saca lágrimas y también sonrisas, y eso se debe a dos cosas: los sólidos guiones de Rodrigo Cuevas y José Fonseca, y las buenas actuaciones de un elenco en el que destacan Paola Volpato, Héctor Noguera, María Gracia Omegna y el propio Francisco Melo.
Realizada con los actores encerrados en sus casas, casi sin maquillaje y usando sus propias ropas, la puesta en pantalla simula sesiones de Skype. Estos planos fijos que muestran los diálogos del psicólogo y sus pacientes no se hacen monótonos porque se combinan los distintos cuadros en armonía con el desarrollo de los diálogos. La musicalización quizás podría ser un poco más sutil. Y es que las sutiles pinceladas de humor que muestra la serie tienen tanto de tragicómico que no les queda bien la típica música de comedia.
Este “experimento” del Área Dramática de Mega ha tenido una buena acogida en el horario nocturno, de lunes a jueves. Hasta el miércoles, cuando se exhibía justo después de “100 días para enamorarse”, que entró en receso desde ese día, obtuvo un promedio de 13,8 puntos de
rating, liderando la audiencia en ese horario. Las repeticiones de los capítulos, en las tardes del día siguiente, han logrado promedios sobre los 18 puntos.