Se dice que algunos de los fuegos artificiales que se vieron y escucharon el domingo pasado en varios lugares de Santiago fueron lanzados por barristas de Colo Colo en homenaje a los 95 años de vida del club. Es cierto que siempre, especialmente en los comienzos, el nacimiento del Cacique fue un acontecimiento de alcances sociales. Ahora, claro, llevado al extremo, considerando que el país está viviendo en toque de queda y que la venta de fuegos artificiales está prohibida en todo el territorio.
No es lo único especial de este aniversario 95. Además, junto con los festejos seguían las negociaciones con el plantel por una pretendida rebaja de sueldos. Varios clubes viven la misma situación, originada en la suspensión de los campeonatos y la consecuente falta de ingresos. Ha habido equipos en que el tema está zanjado, ya por imposición de las dirigencias o por acuerdo con los jugadores. Pero Colo Colo la ha tenido más difícil y las ofertas directivas han sido rechazadas consecutivamente por el plantel.
¿Algo nuevo en el club? Nada de eso. La relación financiera de la institución con sus profesionales es tan antigua como el club. Y más…
Colo Colo nació de la escición de un grupo de jugadores, como es bien sabido, de Magallanes. Aunque se ocultó durante muchos años, el motivo de la división fue la exigencia que los escindidos hacían de repartirse un porcentaje de las recaudaciones. El hecho se ocultaba porque en ese entonces se entendía como negativa la relación entre los futbolistas y el dinero. No era “de caballeros” cobrar por jugar y las dirigencias negaban terminantemente que existiera el profesionalismo en sus planteles.
Fue el Cacique, aunque sus propios jugadores lo negaran, el que abrió las puertas al fútbol rentado entre nosotros, un fenómeno que ya existía en Argentina y Uruguay, aunque también oculto. (Y, por cierto, en Inglaterra, abiertamente, en tiempos en que los ingleses eran dueños de medio mundo y podían cobrar y seguir siendo caballeros…).
En Chile, el profesionalismo encubierto quedó al descubierto con Colo Colo cuando el club era muy joven, en 1932, al formarse una Comisión Interventora de la Asociación Santiago, que es la primera que se forma para investigar al club, que según su renunciado presidente, Fernando Larraín, no podía gastar sus recursos “en jugadores pagados”.
Ardió Troya. Renunció Larraín y se negó que existieran esos pagos a través de testimonios de los propios jugadores y algunos dirigentes. Pero el mejor defensor de los jugadores, el dirigente Carlos Haupt, aclaró: “Fernando Larraín miente. Yo podría demostrarlo si pudiese traer los libros de Tesorería. Pero no puedo mostrarlos para que no acusen de profesionales a nuestros jugadores…”. (No me ayude, compadre).
Los resultados de la investigación no son ubicables, pero se sabe lo que pasó: meses más tarde, en marzo de 1933, se inauguraba oficialmente el profesionalismo en Chile.
Casi un siglo después, el tema de las rentas vuelve a sacudir a Colo Colo. Hoy, atacado el planeta por una pandemia cruel y paralizante, se quiere que los jugadores albos se rebajen sus ingresos, en algunos casos obscenos. Todo empezó cuando querían un porcentaje de las recaudaciones.