El liderazgo no es privativo de los gobernantes, sobre todo en esta crisis en que los adultos somos líderes en cada espacio que ocupamos. No hay que negar la crisis, nuestra tarea como adultos o jefes o líderes es dar guías a quienes dependen de nosotros.
En Estados Unidos, el presidente a quien le tocó gobernar una vez provocada la Gran Depresión del año 29 fue Franklin Delano Roosevelt. Él nunca negó el impacto devastador que enfrentaban y comprendió que su país necesitaba esperanza, guía de comportamiento y planes claros.
Cada uno de nosotros es como el presidente en su casa y en los ambientes que frecuenta. Tenemos que enfrentar con conductas claras como si fuera una guerra, donde el enemigo es invisible, pero donde la ciencia nos aporta guías de comportamiento. No es fácil. Cada miembro de la familia enfrenta el miedo y la incertidumbre de maneras diferentes. Reducir la incertidumbre es el rol de madres y padres hoy. El miedo puede estar, pero es la sensación de no saber cómo va a desarrollarse la crisis lo que crea un ambiente de tensión que no es bueno para ningún grupo familiar.
No negar la crisis, pero reducir el miedo. Mientras más claros seamos, mejor. Muchos dicen que no hay que decirles a los niños y adultos mayores incapacitados la gravedad de lo que está pasando. Pero se puede hacer. El sentido del humor ayuda, no es una frivolidad.
Cuando decimos no negar la crisis, es importante que sepamos traducir. Los padres en general saben eso. Hay un lenguaje particular para cada familia cuando se habla con los niños. La mejor actitud es la de prevenir, pero a la vez entender que no todo está en nuestras manos.
La vida está siempre llena de peligros, pero también de alegrías. Y podemos vivir bien si incorporamos el peligro y no lo negamos. La idea de que controlamos todo es una de las tragedias de la modernidad. Y este virus nos enseña que no es así. La humildad es la respuesta. Y los humildes toman precauciones, pero lo hacen desde un lugar donde el control no es lo central. Es la esperanza de que lo que hacemos protege, pero no asegura.
El temor y la sobrepreocupación gastan las defensas y nos hacen más vulnerables. Hagamos lo que los médicos recomiendan y agreguemos una dosis de alegría a estos días en que estamos juntos.