Cuando en días de encierro y cuarentena quizás no se sabe bien qué hacer con los niños, puede ser una buena oportunidad de revisar clásicos del cine mudo. Sin ir más lejos, muchas de las películas de Buster Keaton y Charlie Chaplin, cortos y largos, están en YouTube, algunos incluso en calidad 4K, como “El maquinista de La General” (1926). Son películas con textos simples, generosas en acción y con narraciones que pueden capturar fácilmente a niños capaces de seguir un largometraje. Sumado a eso, entregan una buena forma de ver cómo era el mundo cien años atrás, una oportunidad para que los niños entiendan que, pese a que algunas cosas parecen distintas, las personas sufrimos y gozamos por las mismas causas que entonces.
Los adultos, en tanto, no se sentirán defraudados, especialmente si prefieren probar con las películas de Keaton, muy superiores ciertamente a las de Chaplin (pese a que estas tampoco son descartables). Donde Chaplin es teatral, Keaton es cinematográfico; donde Chaplin recurre al patetismo y la manipulación, Keaton es seco y directo; donde Chaplin despliega episodios que no siempre conectan bien entre sí, Keaton es rápido y fluido, con extrema atención en la lógica que lleva de una cosa a otra. Chaplin suele retratar a su protagonista como víctima de las circunstancias, tristón, golpeado, pero de sonrisa fácil cuando quiere caer bien. Keaton es esencialmente un estoico. Su personaje nunca se queja ni genera lástima. Nunca sonríe, tampoco. Los desafíos que suele enfrentar parecen superar largamente su capacidad, pero a punta de tenacidad, de temple interior por así decirlo, llega a puerto. Todas sus películas tienen momentos sorprendentes, soluciones llenas de belleza y gracia y, por supuesto, exquisitas acrobacias protagonizadas por el mismo Keaton, que revelan un secreto amor por las matemáticas y las simetrías, que también se encarna en su limpia y precisa puesta en escena.
Van dos recomendaciones, aunque cualquiera puede ser una buena película para empezar con Keaton: nunca falla.
“Siete novias” (“Seven chances”, 1925) cuenta la historia de James Shannon (Keaton), un emprendedor arruinado que, repentinamente, se entera de que puede heredar una fortuna siempre y cuando esté casado antes de las siete de la tarde. No conviene contar mucho, pero entonces todo le sale mal. En su primera mitad comparada con otras de Keaton, la cinta se siente quizá algo tranquila, pero luego comienza a adquirir cada vez más delirio, hasta llegar a la persecución final, en que cientos de novias, de todas las edades y tamaños persiguen a un asustado Keaton, en una carrera que debe estar entre lo mejor que ha ofrecido el cine. El final es, por lo demás, el gran antecedente de todas aquellas comedias románticas en que el protagonista termina corriendo al final de la historia (a la “Cuando Harry conoció a Sally”, 1989). Ojo con una copia, de gran calidad, que parece estar coloreada, pero es un efecto de solo el principio.
Sobre “El maquinista de La General” (“The General”) hay cierto acuerdo en que se trata de una de las cumbres de Keaton. Relata la historia de Johnnie Gray (Keaton), un maquinista sureño en plena guerra civil de Estados Unidos, que ve cómo sus dos amores –la locomotora y Annabelle Lee (Marion Mack)– son robados simultáneamente por el ejército del norte. Johnnie parte a su rescate y el viaje es una excusa para que Keaton filme lo que mejor sabe hacer: el movimiento, líneas que se cruzan, planos secuencias inverosímiles, un protagonista incombustible. No es solo la gracia con que se mueve el mismo Keaton, sino el cálculo puesto en cada una de las secuencias, que, encima de todo, parecen montadas sin gran esfuerzo. Menos demente que “Siete novias”, “El maquinista” es una cinta de aventuras, rápida, plástica, que sino fuera por lo cómica y encantadora que resulta, parece salida de la mente de un ingeniero amante de las máquinas.
Siete novias
Con Buster Keaton, Ruth Dwyer y T. Roy Barnes
Estados Unidos, 1925
56 minutos.
El maquinista de La General
Con Buster Keaton, Marion Mack y Glen Cavender.
Estados Unidos, 1926
75 minutos