Energética y fascinante, “Wild Rose” podría haberse inscrito en ese subgénero “nace una estrella”, con una temática social de trasfondo. Pero la película que dirige Tom Harper con el guion de Nicole Taylor resulta ser una refrescante y muy humana historia que sorprende hasta su última escena.

La película transcurre en Glasgow, Escocia, principalmente en barrios bajos. Rose-Lynn viene saliendo de prisión, con una tobillera que le recuerda que no es mucho lo que puede moverse.

Lo primero que hace es ir a un intenso y rápido encuentro con su novio y de allí recién a casa de su madre (la gran Julie Walters), quien ha estado a cargo de sus dos hijos pequeños durante el año que Rose estuvo en la cárcel.

Lo que ella ama es la música, concretamente la música country, y lo que más le importa es recuperar el escenario del bar donde cantaba. Lo suyo es una fuerte pulsión, de manera que estrellarse con la realidad no es suficiente para detenerla.

Inmadura, divertida, intrépida, luminosa y errática, Rose-Lynn Harlan es uno de los personajes más seductores que se han visto en pantalla. Y solo un talento como el de Jessie Buckley podía hacerse cargo de él. A sus 30 años, Buckley ha tenido secundarios destacados en series como “Chernobyl” y en películas como “Judy”. Pero es en este rol donde su talento reluce en todo su esplendor. La actriz irlandesa, además de graduarse en la Real Academia de Arte Dramático, estudió piano, clarinete y arpa, y ha integrado orquestas.

Solo escucharla cantar, aunque sea algunos compases, es un placer.

Rose tiene el peregrino sueño de ir a ¡Nashville! y triunfar. Lo que la pone en permanente tensión con su madre que pretende hacer de ella una mujer responsable, que se haga cargo de su realidad de madre soltera, sin dinero, con todo lo que ello conlleva.

Tal como su protagonista, la película es una montaña rusa de emociones: hay momentos desgarradores al ver los ojos apagados y derrotados de Rose ante la inevitable adversidad, y otros tantos en que se impone esa alegría contagiosa que se niega a abandonar su alma.

En su camino, habrá manos que se tienden y otras que se interponen rudamente. Al final, ese éxito que ha perseguido tendrá que pasar por saber congeniar sus sueños con el amor por sus hijos. Un camino complejo y de precario equilibrio.

¡Emocionante!

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