Internet, el desarrollo más importante del siglo pasado, no lo aprovechamos debidamente. Hubo que experimentar las gravísimas repercusiones del coronavirus para que legisladores autodenominados progresistas aceptaran legalizar el teletrabajo, que ha evitado la cesantía de cientos de miles y permitido el funcionamiento de servicios básicos para la salud, abastecimiento de agua, luz, telecomunicaciones, la cadena de pagos, el comercio y producciones esenciales industriales y agrícolas.
Hace casi 50 años, en 1974, se inició la masificación de internet con el Protocolo de Transmisión TC/IP, publicado por los científicos Vincent Cerf y Bob Kahn. El Protocolo permite la interconexión de los cientos de millones de computadores y el desarrollo exponencial de nuevas aplicaciones de internet. Se estima que el 56% de la población mundial, sobre 4 mil millones de personas, es usuario de estos servicios. En Chile, según la Subsecretaría de Telecomunicaciones, los accesos a internet fijo más los móviles superan los 20 millones, con un aumento interanual del 7,1%, equivalente a 1,5 millones.
Notable ha sido el uso de estas capacidades nacionales y mundiales por servicios públicos y empresas nacionales. Lamentablemente persisten servicios que continúan operando bajo dilatados y costosos procesos establecidos en siglos pasados.
Leyes anacrónicas —nuestro Código de Comercio fue promulgado en 1865—, regulaciones restrictivas, lento avance de la innovación, sumado a la burocratización, prescinden de la digitalización y exigen la comparecencia personal en variadas gestiones administrativas y para la validez de ciertos trámites y documentos, limitando actuaciones electrónicas y reuniones a distancia, encareciendo y demorando.
Muchas de estas rigideces, como las que impedían el teletrabajo, sobresalen en estos momentos críticos en que se limita y prohíbe el libre desplazamiento de las personas por graves riesgos sanitarios, por catástrofes o de orden público. Se presenta el absurdo de que para la eficacia de un pagaré que documenta una deuda o para constituir o levantar garantías financieras se requiera la suscripción presencial ante notario, o que para un aumento de capital de una sociedad anónima abierta, en que el dinero está disponible para ampliar los negocios, no se pueda enterar ese capital sin una dilatada tramitación previa, bajo observación de formalidades, muchas superfluas. Limitante para los cientos de miles de trabajadores y pequeños empresarios son los bajos montos mensuales que pueden ser girados o depositados electrónicamente en sus cuentas Rut del BancoEstado. Los ejemplos sobran.
Internet ha sido fundamental para mitigar la paralización en que se encuentra Chile; facilitar sus aplicaciones será esencial en la recuperación económica.