Hay estrenos literarios tardíos. Es el caso de Maivo Suárez (1964), trabajadora social que recién en 2013 publicó sus primeros cuentos.
Sara es su primera novela, un trabajo cuidado que pone en escena un personaje poco habitual en la narrativa criolla: una mujer de 63 años que por primera vez enfrenta el desafío de vivir sola, luego que su hija treintañera se va de la casa. “Después de décadas de crianza, nadie de quien ocuparse”, dice. A media mañana, Sara toma una copa de vino y saca los cigarrillos que normalmente le escondía a Estela. Es que, además de la partida de su hija, pocos días antes fue amablemente invitada a considerar el plan de retiro que le ofreció la empresa donde también llevaba décadas trabajando. Sola y jubilada, con un pequeño capital y todo el tiempo posible para ella sola. Este es el inicio de una trama que reconstruye una vida desde ese particular estado de madurez, cuando el horizonte se estrecha, el cuerpo responde de otro modo, los huesos duelen, la pensión es una miseria y las posibilidades de seguir con una vida productiva son prácticamente nulas. En parte, ahí radica el atractivo de la novela, en el pie forzado de una situación tan normal, tan cotidiana y frecuente, y a la vez tan poco explorada en nuestra literatura: el pasado que vuelve, por una parte, especialmente la vida con la hija que la sorprendió con su rebeldía irreductible, su lesbianismo y luego su explícito desprecio; y, por otra, la nueva textura de los límites y la dificultad para dar un paso en alguna dirección.
Hay un contrapunto, eso sí, dado por la nueva vecina, Julia, una rubia que parece modelo y que trabaja en un banco y que poco a poco gana presencia en la vida de Sara; parece cercana, hay un atisbo de posible intimidad y complicidad, un aire renovado en ese edificio donde en tantos años no ha cruzado palabra con los vecinos, pero es un espejismo más. Mientras Sara la mira con ilusión, todo el resto de su vida parece quedar progresivamente inmóvil; las mismas historias familiares, las mismas relaciones ya irremediablemente rotas o cruzadas por el cinismo de aceptar el juego de las apariencias, fracturadas, apenas, por la muerte del padre de Sara, un anciano que ya solo quería desaparecer. La novela es especialmente eficaz en poner en escena las trampas que la vida cotidiana ofrecía antes del estallido social y la posterior pandemia, ese tramado de promesas e ilusiones que brillan como espejismos en los avisos publicitarios y que, en este libro, se imponen como el más crudo choque posible con la áspera realidad.
Maivo Suárez
Kindberg Editorial, Valparaíso, 2019. 160 páginas.