Jonathan Coe (1961) es uno de los más prolíficos y exitosos autores ingleses de la actualidad. A diferencia de sus colegas, Coe se niega a navegar en el experimentalismo, escribe para todo el mundo, o sea con claridad, siempre es entretenido, vital, muy divertido y su prosa directa está al alcance de cualquiera que desee leer una buena historia bien contada. El tema central de los libros de Coe es la conflictiva situación por la que pasa su país, un país que, a juicio del autor oriundo de Birmingham, se precipita al despeñadero, debido a la crisis política, al clasismo, a la peculiar idiosincrasia de sus habitantes o al manejo del poder por parte de una casta enclavada desde hace siglos al interior de círculos privilegiados impenetrables. Y otro aspecto singular de Coe reside en que carece de todo complejo para decir sin ambages lo que piensa, mediante una retórica que puede rozar el panfleto, pero resulta saludable si tenemos en cuenta que buena parte de la literatura del presente cae en el escapismo y lo evasivo.
Todos estos rasgos están presentes en
El corazón de Inglaterra, su última y más corrosiva ficción. La crítica insular y europea la ha calificado como la novela del Brexit. Es cierto que ella contiene, tal vez, las mejores páginas que se han publicado sobre este fenómeno y sobre la extraña mentalidad del pueblo que decidió votarlo. Así, nos internamos en las intimidades de Westminster, de la Cámara de los Comunes, del número 10 de Downing Street, de los medios de comunicación controlados por empresas transnacionales y de cuanta institución o grupo de presión existe en el Reino Unido. La información que, al respecto, posee Coe es apabullante, a ratos abrumadora, de alguna manera indiscutible, por lo que
El corazón de Inglaterra deviene un documento histórico vibrante o quizá habría que decir muy convincente, al retratar a la Gran Bretaña que a diario genera titulares de prensa cada vez más asombrosos. Además, muchas de las personas que figuran en el relato corresponden a líderes que constantemente vemos en las redes sociales o los noticieros, tales como David Cameron, Theresa May, Jeremy Corbin, Boris Johnson y varios otros. Douglas, un actor principal de la trama, es un columnista socialdemócrata que tiene una hija punk que lo detesta y está obsesionada con la marginalidad; él mantiene un tórrido romance con Gail, diputada tory, aun cuando la mayor contribución a la intriga consiste en su cercanía con el asesor inmediato de Cameron.
Sin embargo, juzgar
El corazón de Inglaterra bajo el prisma antes señalado sería del todo erróneo. Tenemos a una docena de personajes que ocupan el foco de la acción y a una veintena de secundarios que entran y salen de la extensa crónica con total naturalidad, abarcando a tres generaciones que representan la riquísima tradición cultural, artística, religiosa, étnica y costumbrista de la patria de Coe, que, según él o sus portavoces, se halla amenazada por el caos sin precedentes que se habría apoderado del conjunto de la sociedad. Colin, un anciano que antaño se desempeñó en el sector industrial, contempla con desesperación este cuadro. Su hija mayor, Lois, es bibliotecaria, en tanto Benjamín, el menor, se ha comprado un molino donde pasa la mayor parte del tiempo solo, componiendo una obra interminable, rechazada por las editoras londinenses, por lo que debe acudir a su amigo Philip, especializado en textos acerca de botánica y disciplinas afines. Pasada la cincuentena, Benjamín sufre un inesperado lance amoroso con Jennifer, una excompañera de colegio, lo que, en lugar de alegrarle, complica su plácida existencia. Sophie, fruto del matrimonio entre Christopher y Lois, es una brillante profesora universitaria que imparte una cátedra sobre pintura y es invitada con frecuencia al extranjero o a programas de televisión, de lo que se diría que le va bien, hasta que un comentario inofensivo a una alumna transexual hace peligrar su carrera. No obstante, es posible que la peor equivocación de Sophie haya sido casarse con Ian, un instructor automovilístico guapísimo, cuya madre, Helena, a quien Ian visita a diario, es una racista consumada y una reaccionaria ultramontana que odia a los inmigrantes, sean asiáticos, africanos o del este de Europa. Sohan, el mejor compañero de Sophie, es un cingalés gay experto en diseño y finalmente se casa con Mike, un multimillonario corredor de bolsa con intereses filantrópicos. Con todo, esta es apenas una muestra de la inmensa diversidad de un estado colapsado por causa de la tragedia del Brexit.