Si uno quiere ver buen cine desde su casa, es probable que le vaya mejor buscando en YouTube que en Netflix, por nombrar los dos caminos más a mano. También están las app de Apple y Google, que algo tienen de cine clásico y ciertamente una selección más amplia y diversa de películas que el
streaming al que todos estamos suscritos. En YouTube, sin embargo, sí se pueden encontrar joyitas, a veces incluso en un formato de gran calidad, ahora que algunas películas comienzan a liberarse de derechos. El pero es que no siempre tienen subtítulos en español. De Hitchcock, por ejemplo, cuando este mes se cumplen 40 años de su muerte, hay varias cintas de su período inglés, que suele ser más difícil de pillar, y en calidad HD hay al menos dos películas de su etapa a color, más tangenciales al canon hitchcockiano y por eso, quizá, más “novedosas”: “¿Quién mato a Harry?” (“The trouble with Harry”,1955, sin subtítulos) y “Frenesí” (“Frenzy”, 1972, con subtítulos).
“Frenesí” es la penúltima cinta de Hitchcock, significó volver a filmar en Londres después de tres décadas y tiene una de las estructuras clásicas de su trabajo: un hombre es acusado de algo que no ha cometido. No solo está filmada con su habitual y exquisita precisión (con un famoso plano secuencia en el último crimen que, por sí solo, es razón suficiente para tomar en serio al cine como un gran logro del ser humano), sino que, a diferencia de sus cintas más conocidas, tiene mucha calle, mucho bigote y pubs, un flair general muy inglés. Y si eso no bastara para gozarla, los apuntes que contiene sobre el matrimonio en medio de una trama algo sórdida y violenta, con unas comiquísimas comidas entre el policía (Alec McCowen) y su mujer (Vivien Merchant), hacen el resto.
“¿Quién mato a Harry?”, en tanto, si bien está filmada en el glorioso otoño de un pueblecito de Vermont, rebosante de hojas amarillas, naranjas y rojas, también se siente profundamente inglesa. Quizá porque está basada en la novela homónima del inglés Jack Trevor Story, quizá porque Hitchcock se fascinó con la idea de filmar la aparición de un muerto, en medio de una colina, a plena luz del día, sin que eso signifique un impacto para nadie. Cuando el viejo Capitán Albert Wiles (Edmund Gwenn), que anda cazando conejos, se encuentra con Harry sin vida, cree que él lo ha matado y comienza a arrastrarlo para esconderlo, pero entonces aparece la solterona Miss Graveley (Mildred Natwick), que ve al hombre arrastrando al muerto y, sin que se le mueva un músculo, le dice: “¿Cuál parece ser el problema, Capitán?”. Hitchcock confesó en su momento que, entre todas las películas que había filmado, esa era su línea favorita. No es de extrañarse. El momento es muy cómico y determina de una pincelada el tono del resto de la película. Cada personaje que se entera de la muerte de Harry parece esforzarse más que el otro en tomarse el asunto con toda calma y flema, como quien se topa con una cajetilla de cigarrillos botada. Súmese a eso una trama llena giros, un guion generoso en líneas puntudas, dos parejas que usan todo el lío del muerto para conocerse y coquetear, y el resultado es una cinta deliciosa, inteligente y abiertamente cómica. Si las entrevistas a Hitchcock se leen con cuidado, el hombre hace ver que esta fue una de las películas que más quiso y que nunca dejó de dolerle su fracaso en la taquilla. Él tendía a culpar a los responsables de venderla, que nunca supieron muy bien qué hacer con ella. Pero el problema debe haber estado en la demanda. Es fácil imaginar que el gran público nunca pudiera creer que el “maestro del suspenso” fuera capaz de hacer una buena comedia. Sí, al gran Hitchcock le tocó también verse encasillado.
“Frenesí”
Gran Bretaña, 1972
116 minutos.
“¿Quién mato a Harry?”
Estados Unidos, 1955
99 minutos.