Mantuve una cuarentena digital de 24 horas en el fin de semana y al volver a las redes sociales me encontré con la misma toxicidad de un día antes. Con la misma cosa pequeña (pequeñez, le llaman) de las ventajas políticas, de las acusaciones injustas y de las omisiones vergonzosas. Pero sigo en la brecha, con la pretenciosa idea de que puedo aportar algo de sensatez en un debate a ratos insano. En aquellas 24 horas leí, investigué, vi películas.
Obviamente, repasé y sigo repasando las informaciones del deporte y la suspensión planetaria de su agenda. No solo de las grandes justas postergadas, sino también de la intención de algunos clubes de suspender el pago o parte del pago de los sueldos de sus profesionales. Y por ahí me fui acercando al tema de la solidaridad. Busqué por todos lados mi querido diccionario etimológico de Joan Corominas y no lo encontré, tal vez extraviado en alguna de las mudanzas de los 21 domicilios de mi vida (“a quien se muda…”).
Como bien sabemos, el puntal financiero de los clubes es el CDF, que no tiene fútbol que ofrecer y que pierde suscriptores, además. (Quise sacarlo de mi Plan Oro Platinado o algo así, y me salieron con unas largas y otras cortas y tuve que cambiarlo por un no sé qué Flexible). O sea, no hay plata. Y la Unión Española decidió rebajar los sueldos de sus empleados (futbolistas, kinesiólogos, administrativos, jardineros y todos los etcéteras). Se les va a reintegrar lo rebajado cuando termine la crisis. Les dijeron eso, pero a los afectados no les gustó.
Tampoco le gustó al Sifup, para el que estas cosas deben acordarse y no imponerse, además de quedar escritas. Lo primero por justicia y lo segundo por si acaso…
Ahora bien, estas situaciones de emergencia nos llevan al tema de la solidaridad, expresión que deriva de “sólido” y que es una actitud o conducta que tiene en vista el bien común. Es más que “una ayudita”, es un compromiso con aquellos con quienes solidarizamos.
Nuestros futbolistas saben de eso y dieron pruebas en noviembre pasado:
“Como gremio hemos tomado la decisión de no jugar esta semana porque adherimos a las movilizaciones sociales desde el primer día. Bajo las actuales circunstancias, no podemos estar ajenos al dolor y sufrimiento de nuestros compatriotas”. (Gamadiel García, Presidente del Sifup, 05.11.2019)
Y no se jugó más al fútbol en nuestro angosto país. Y tampoco nuestro fútbol viajó:
“Como equipo hemos tomado la decisión de no jugar el partido amistoso programado contra Perú en atención al momento social que vive nuestro país. Somos jugadores de fútbol, pero ante todo, personas y ciudadanos. Sabemos que representamos a un país completo y hoy Chile tiene otras prioridades mucho más importantes que el partido frente a Perú”. (Gary Medel, 13.11.2019, antes del amistoso a jugarse el 19 de noviembre en Lima).
No se ha sabido de movilizaciones masivas de los futbolistas chilenos frente a las dificultades creadas por la pandemia. Por ejemplo, en favor de sus compañeros de la Segunda División, que no recibe recursos del CDF.
Le confieso que estoy preocupado, porque hasta aquí las movilizaciones solidarias han consistido en no trabajar. Creo, sin ser experto en conductas humanas, que deben consistir en algo más que eso.