He leído un par de textos psicológicos y filosóficos, hay varios circulando, que llaman a la reflexión en estos momentos de aislamiento social y emergencia sanitaria.
Un primer pensamiento es que somos pequeños y frágiles y, por tanto, debemos ser humildes. Algo que yo, con perdón, siempre he sabido, desde que tuve paperas y eso fue hace hartos años, así que no necesito ninguna pandemia para descubrir que nacemos poca cosa y además con fecha de término.
El segundo pensamiento es que la pandemia nos devuelve al hogar y desde ya les digo que vivir semanas de aislamiento en un espacio cerrado con la familia, puede ser un verdadero infierno.
Creo, sin embargo, que el tiempo de guarda se debe aprovechar y para eso no hay nada mejor que los libros, acaso el mejor compañero del hombre. Y de la mujer, cómo no.
Aconsejo revisar, limpiar y leer esas obras que por una razón u otra, nunca fueron abiertas. Es normal y a todos les pasa.
Lo primero es encontrar y ordenar esa biblioteca de libros jamás leídos.
Me pasó con una colección completa y cuatro títulos que describo:
Hombre de Estado: la vida política de José Miguel Insulza,
Duro de matar: diálogos con Camilo Escalona,
La fuerza de las ideas: diálogos con Gutenberg Martínez y
Bajo fuego cruzado: diálogos con Andrés Allamand. Formato de 15 centímetros por 23 y de 224, 168, 144 y 192 páginas, respectivamente. Hasta ahí no más llegué, pero nunca les pude entrar, hasta ahora, porque están impecables y hasta forrados en plástico.
Descubro un texto distinto y de título extendido:
La construcción de un mercado de capitales. El caso de Chile, de Juan Andrés Fontaine, que incluso está dedicado y ese detalle lo podría hacer no sé si valioso, pero al menos curioso.
Un libro de Joseph Ramos, gran economista, cuyo título me intrigó:
Más allá de la economía. Más acá de la utopía, y hasta pensé en una secuela que nunca se publicó:
Más allá de la utopía. Más acá de la economía. Hay cosas que no pasan del título, aunque la intención, por lo demás sincera, haya sido leer y leer.
Tengo dos novelas de ficción pendientes:
Lugares comunes, de Andrés Velasco, publicada en el lejano 2003, y
Economía de desamparados, más reciente y del 2013, de Eduardo Aninat. Voy a decir algo obvio: otros dos grandes economistas.
También mantengo
El Chile que viene, del prolífico Axel Kaiser, aunque no sé si leerlo ahora tiene sentido, porque es de 2007. El ejemplar, en este caso, sigue envuelto en papel de regalo.
Una vez que terminé de clasificar, establecí un orden de lectura para paliar el hastío del aislamiento, pero entonces recordé el espantoso atentado y quema que sufrió el Café Literario de Providencia.
¿Por qué no donar mi biblioteca de libros no leídos? Están como nuevos.
¿Me los aceptarán? Yo creo que sí.
De nuevo volví a la disyuntiva: ¿leerlos o hacer vida familiar?
Con esos libros no hay dónde perderse.
¿Saben lo que vamos a hacer en la casa? Vamos a ver una película chilena todos los días. Y después, como hay tiempo, las comentamos en familia.