Uno ya no sabe con certeza por qué se suspenden los partidos. Si es por el coronavirus, por el estallido social, porque el alcalde clausuró el estadio o porque los clubes quieren preparase mejor para evitar hacer papelones en la Libertadores.
Uno ya no sabe con certeza por qué se juega sin público. Si es porque la autoridad no es capaz de controlar a las barras, si es porque los clubes bajan los aforos para no gastar en seguridad, si debido a que la gente no quiere ir al estadio o porque el tribunal finalmente falló los castigos tan largamente postergados.
Lo que sabemos con certeza es que el fútbol siempre sobrevive. Lo hace en la increíble actuación del juvenil César Huanca en Iquique, que no solo les devuelve la esperanza a los Dragones, sino que llora después de marcar dos goles y provocar un penal en la victoria sufrida ante Coquimbo. Ahí hay esperanza, por sobre todas las cosas.
El duelo entre Unión Española y Huachipato tuvo todo lo que debe tener un partidazo. Goles, errores, polémicas, disputas y, por sobre todo, vergüenza deportiva. Se jugó con mil quinientas personas en las tribunas, pero llegó a todo el país a través de la transmisión televisiva, lo que debe haber servido para más de alguien que, cuarentenado, se reencantara con el espectáculo. Aunque al final un enfadado Ronald Fuentes haya señalado que el VAR es una mierda, queda la sensación de que en Santa Laura se jugó una final en silencio, donde también aportaban los gritos desde la banca.
Marco Antonio Figueroa, fiel a su personaje, perdió con Cobreloa ante Magallanes, puso su cargo a disposición y reclamó para sí —en exclusiva— el apodo de “Fantasma”. Audax se desinfla en La Florida ante la U. de Conce ratificando que los equipos que entusiasman y amenazan con finalizar el reinado de la Católica suelen quedarse en eso, en amenaza.
Podría seguir dando ejemplos para demostrar que, pese a todo, el fútbol se mueve. Que seguirá girando sin público en las tribunas, desafiando las enfermedades, las crisis sociales y sus propias incapacidades. Y es que, por más apestados que estemos, es una luz que sobrevive a los malos momentos.
Sería útil, por estos días, que la dirigencia del fútbol ayudara. Que fuera propositiva, que buscara caminos alternativos, que ganara protagonismos. Si no tendremos selección en mucho rato, sería útil que Reinaldo Rueda hiciera teletrabajo y trate de comunicar sus sentimientos y sus líneas de acción. Sería útil que nuestras figuras colaboraran con la gente entregando elementos para pasar mejor el mal momento. Porque, a la larga, el fútbol siempre está ahí.