El 1 a 0 de Colo Colo sobre Athletico Paranaense fue el triunfo de un equipo chileno sobre uno brasileño que tuvo un mal día, en el mejor de los casos, porque no solo jugaron mal, sino algo más terrible: parecían malos.
Los albos lo necesitaban por razones sicológicas, económicas, futbolísticas y porque en la Copa Libertadores las exigencias son mayores por ritmo, intensidad y concentración.
Un torneo distinto al local donde el VAR detiene un partido por 8 minutos y al final agrega menos de la mitad, y entre medio se toma agua para el calor y vamos conversando, simulando y dándole a la pillería.
Los jugadores de Colo Colo contra los brasileños hicieron teatro o lo intentaron, no les resultó, pero son los impulsos naturales y la mecánica del que se acostumbró mal y se educó peor.
Los alumnos, eso sí, hacen lo que les enseñaron, así que la culpa y la responsabilidad son de las instituciones que hicieron posible el sistema educativo y competitivo que rige al fútbol chileno.
Todo esto ocurre durante una crisis social producto de los frutos del país y de otra mayor que se llama coronavirus y remece al mundo sanitario, económico, científico, turístico, político y futbolístico, cómo no, con campeonatos suspendidos o sin público, además de Clasificatorias postergadas y todo evento futuro está en suspenso.
No sabemos, hablando de fútbol y de cualquier cosa, qué diablos irá a ocurrir.
¿Es este el momento para que Colo Colo busque entrenador?
Por supuesto que no.
Este es el tiempo de Gualberto Jara.
Derrotaron a un mal equipo brasileño en un mal día, pero lo que queda es el titular: 1 a 0 en la Libertadores.
La Serena debió empatar y hasta ganar, pero en la realidad fue triunfo para los albos por 2 a1 en el torneo local.
De repente las cosas se dan, el destino se vuelca a favor y empieza un ciclo, quizás cortito, pero qué más se va a pedir en una época de virus y revuelta.
¿Desgastarse aquí y ahora en una búsqueda urgente y nerviosa?
¿En un año extraño de campeonatos inestables ir a buscar directores técnicos que además no están seguros de nada, como todos?
No hay ninguna necesidad y es al contrario: ante campeonatos saltones, discontinuados y atípicos, nadie pide tanta cuenta.
El tiempo corre distinto y Esteban Paredes, en un par de meses, cumple 40 y este año cambia de tercio y por eso se compró San Antonio Unido.
Las prioridades son cambiantes, el choclo se desgrana, los balances pueden esperar y hay que saber leer las señales de un año raro.
Lo recomendable es postergar los sueños imperiales, como el estadio nuevo, aunque esos sueños, la verdad, no se alimentan con la razón, sino con otras materias.
Pero uno diría, en primer lugar, que es la hora de Gualberto.
En el fútbol, eso sí, siempre se puede seguir dando tumbos y la hora.