1. Sáquele la suerte a una gitana y descubra el mapa del país en las gastadas líneas de esas manos. Por ahí el Loa, acá Dalcahue y distingue el Tupungato, en esas palmas arrugadas y sucias por tanta carpa y vagabundeo. Usted vive mejor que la gitana y ese fue su destino. Piense en eso.
2. El olmo llega a los 30 metros y abunda por Siberia e Indonesia. Cuando trepe por sus ramas, desprecie las sámaras, que así se llama su fruto, y busque peras. Con una basta. ¿Y si es de agua? No haga preguntas tontas.
3. Consiga un canasto vacío y recoja choritos, choros zapatos y llene el canasto de choros, repleto, hasta el borde y que no se le caiga ni uno. Equilibrio y serenidad.
4. Existen por el vientre del regalón, no es fácil la distinción y desde luego no en todos ellos, así que cuidado con lo que toca, porque se puede ir de arañazo y mordisco, pero en algún lado tiene que estar la quinta pata.
5. Elíjalas de laboratorio, blancas, limpias y descarte las albinas. No luche con usted ni contra ellas. Somos espíritu y materia, póngale budismo y pase a otro estado. Si usted no se resiste, ellas tampoco. No es tan malo y son blanditas. Hay cosas peores.
6. Escoja un escenario sin escapatoria, olvide los chillidos, ojo con las pezuñas y su armadura con veinte hojas de afeitar, que parten por la cabeza, siguen por la guata, codos, muslitos y la cosa es que le quede bien pelado. Si está pelado, pero no parejo, no lo piense dos veces y al tiro elija otro chancho.
7. Se baja la ropa interior y se inclina, para dar con el ángulo y acertar con comodidad. Se aceptan jeringas, agujas hipodérmicas y jeringuillas. Y por lo que más quiera, no lo saque, si lo hace, hay que volver a empezar. El dolor es parte de la vida. Por si acaso: tampoco meta los bollos al horno.
8. Se compra una chaqueta, le da vuelta y se viste con ella, repite el procedimiento y se la pone como está, y si lo hace varias veces ya no sabrá dónde está el revés y dónde el derecho. Adiós culpas y disculpas, bienvenida humanidad.
9. La muestra es variada en grosor, color y flexibilidad, y no solo de la cabeza, sino de otras partes del cuerpo que no viene al caso precisar. Ese manojo lo lava y esparce sobre una sopa fría o tibia, adereza a gusto y se lo sirve con cuchara, se recomienda una sopera. Es el arte de tragar sin ira.
10. Los caracoles son indiferentes a los azotes, así que ojo con la hebilla y por donde agarra el cinturón o chicote, porque da mal una vuelta y se rompe la frente. Mejor al revés, aunque los reviente a ellos. Haga del corazón una tripa.
11. ¿Por qué a nadie le importa lo que usted escribe, reflexiona, piensa y dice? ¿Conoce el dicho “saltó lejos el maní”? Esa es la respuesta: los chilenos y chilenas, en el universo, son un fruto seco que no llegó lejos. De vez en cuando piense en la muerte. En la suya. Hace bien.
12. Amarrar los bueyes delante de la carreta o bien detrás, y después azuzar y sus conjugaciones: azuzamos, azuzáis y azuzan. Si no sabe el significado del verbo, menos sabrá si las conjugaciones están bien escritas. En suma: el problema no es la posición de los animales ni del carromato. El problema es su ignorancia.