En 1998, el granjero Wilbur Tennant (Bill Camp) se acercó al abogado Robert Bilott (Mark Ruffalo) para pedirle ayuda con lo que estaba ocurriendo en sus tierras de Parkersburg, West Virginia: sus animales estaban muriendo, algunos nacían deformes y otros desarrollaban horribles tumores. Pero el abogado Bilott acababa de ser ascendido a socio en el bufete Taft Stettinius & Hollister, especializado precisamente en la defensa de industrias químicas. Después de visitar la granja, Bilott tuvo que pedir permiso en su oficina para realizar acciones “limitadas” en contra de DuPont Chemicals.
Como se puede prever, los emplazados responden con evasivas, hasta que una nueva demanda de Bilott los obliga a entregar el historial de la región: una decena de cajas con documentos en las que parece imposible encontrar nada. Pero el abogado se sumerge en ellas, clasifica todo y descubre que DuPont ha estado ocultando por años sus propios hallazgos respecto de las propiedades cancerígenas del compuesto con que se fabrica el teflón. El juicio se prolonga por 18 años.
Es una trama ya contada, con otras industrias y personajes (aunque el arreglo de DuPont, por 617 millones de dólares, es uno de los más altos de la historia) y con abogados igualmente afligidos por la dificultad de probar que las cosas no están bien. Y esta película cumple con ese libreto de manera bastante convencional, nada muy nuevo.
Lo que llama la atención es que la haya dirigido Todd Haynes, un cineasta atrevido, cuyo foco ha sido la opresión y la alienación de la mujer en las sociedades capitalistas. La principal referencia de Haynes ha sido Douglas Sirk, el gran cineasta que escondió sus denuncias en los años 50 bajo la textura del melodrama. Haynes lo llevó a un nivel excelso en
Lejos del cielo.
Entonces, ¿por qué Haynes toma este drama que parece salirse de su esfera? Puede haber una explicación: en sus películas previas, las mujeres están asfixiadas no solo por su dependencia, sino también por el universo de productos domésticos “hechos para ellas”. La protagonista de
Safe, por ejemplo, desarrolla alergias a todos esos productos.
La idea de mujeres envenenadas a gran escala por un artificio de la cocina no parece, por tanto, tan alejada de las preocupaciones de Haynes. Lo que está alejado, y mucho, es su estilo fílmico, que aquí deja paso a la manera más estandarizada de narrar. Es como si el cineasta hubiese tomado la decisión de borrarse para que la aventura del abogado se despliegue sin obstáculos, limpia de Haynes y de lo que él ha significado en el cine contemporáneo.
El precio de la verdad quizá pudo ser otra cosa. Pero es lo que es, y merece atención.
Dark WatersDirección: Todd Haynes.
Con: Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins, Bill Pullman, Bill Camp, Mare Winningham, Victor Garber.
126 minutos