Hoy es más difícil descansar que trabajar. Hay quienes pueden reposar solo en su casa y otros que solo descansan lejos de ella, de sus hábitos y apuros que ya son costumbres y no les permiten “flojear”
Las agencias de viaje en el mundo entero se preguntan año a año cómo innovar para vender descanso. Para incluir todo en un paquete que asegure actividad sin responsabilidad.
Es sabido que el cambio de actividad o rutina es más seguro como puente hacia el descanso que la inactividad que puede cargarse de fantasmas.
La discusión más técnica está entre el descanso como consecuencia del cambio de estimulación y de actividad o la falta total de actividad
El problema una vez más es la mente. ¿Cómo callarla? Porque la mente no está siempre bajo nuestro control.
Tomamos un buen libro y nos pillamos pensando en las penas o en los pendientes, y el pobre cerebro que trataba de cambiar de circuito no lo consigue.
¡El famoso estrés es eso!
Un organismo que no puede parar para recuperarse. Como si corriera una carrera permanente que no puede detener, aun en posturas de descanso y con un cerebro supuestamente en blanco.
¿Es más útil detenerse varias veces seguidas que una vez del todo?
No hay respuesta: depende de muchos factores.
Y las famosas “autoayudas” no siempre dan los mejores consejos.
La pena cansa y mucho. No estamos apurados ni haciendo algo urgente. Tenemos pena. Y, sin duda, ayuda distraerse del objeto que la causa.
Pero se impone, se hace espacio y duele y cansa.
El ejercicio físico ayuda, porque libera endorfinas que son como la “droga de la buena onda y el bienestar”, como decía un profesor. La verdad es que la vida es cansadora. Y lo es cada vez más, porque nos robaron el silencio.
Es muy importante que cada uno haga un diagnóstico de las circunstancias en que más se cansa y las maneras propias de descanso. La salud mental de hoy está centrada en eso: cómo descansar para resistir mejor la sobreestimulación de la vida moderna. Es tarea muy personal y hay que hacerla.