Es evidente que el mal llamado género breve, o sea, el cuento, está en boga en Chile, pues revela saludables muestras de florecimiento e ingenio. Dos colecciones recientes, de dos autores a primera vista muy distintos —aunque se asemejan más de lo que una aproximación inicial indicaría—, exhiben pujanza, consistencia y una novedosa percepción de lo que sucede en el mundo actual, concretamente en nuestro país. Ellas son
Lavando ropa pensando en él, de Sergio Pavez (1975), y
Liquidar al adversario, de Gerardo Soto (1982). Ambos volúmenes, asimismo, constituyen la expresión del hecho de que, en nuestra literatura, muchas cosas quedaron atrás: el campo, lo folclórico, el pintoresquismo, la descripción externa a la acción; en suma, aquello que durante tanto tiempo se relacionó con el naturalismo o el criollismo. Todas las historias de Pavez y Soto transcurren en Santiago, son urbanas e impensables en localidades rurales; en síntesis, aun cuando nos transporten a barrios acotados de la capital, son esencialmente cosmopolitas.
Lavando ropa… contiene ocho relatos, en general bien construidos, y lo que es más importante, presididos por un humor poco frecuente en las letras nativas de hoy. “León”, que da comienzo a la secuencia, es una trama delirante: Lorena y Rodolfo conforman una pareja que resulta disfuncional. Ella es una ejecutiva exitosa, que “siempre cumple las metas y varias veces ha ganado el premio a la mejor vendedora”. Decir que él es un fracaso rotundo está fuera de cuestión. De pronto, se ven amenazados por la bestia africana que escapó de un circo. ¿Qué hacer? Obviamente, nadie está preparado para una situación de este tipo, lo que da origen a diálogos absurdos y a un desenlace grotesco. La crónica que da título a la compilación sería sórdida si no fuese tan cómica: Yolanda cumple funciones domésticas mientras escucha programas radiales, amenizados por canciones de Lucho Jara y Juan Gabriel; el plato de fondo es la participación de la adivina Zamira, a quien Yolanda acude en busca de su destino, a sabiendas de que es una estupidez.
“Bingo” es uno de los mejores episodios de
Lavando ropa… El protagonista acude regularmente a una casa de juegos de Recoleta, seguro de que va a perder; ahí conoce a una dama setentona con quien entabla un vínculo sospechoso. “Mujer chocolate”, “Las putas no salen en las cartas” y “Paja o los carabineros” caerían en lo que se llama crónicas eróticas, pero Pavez nos deja con las ganas: cuando algo escabroso va a pasar, el asunto concluye en nada.
Después de estos sabrosos incidentes,
Liquidar al adversario podría ser un balde de agua fría. Soto es grave, incluso serio, dramático y exhibe gran oficio y profundidad. Además, las doce piezas de esta antología se hallan interrelacionadas, de forma que, una y otra vez, nos encontramos con los mismos nombres, que se repiten y corresponden a individuos que ya conocíamos; con aventuras que son la continuación de otras anteriores; con guiños manifiestos entre sucesos divergentes; un lector con buena memoria y de cierta inteligencia advertirá esta suerte de encadenamiento a lo largo del tomo. Esto ocurre sin ambigüedad en “El adversario”, que concluye la compilación: ahí se reúnen hombres y mujeres que ya habían participado, directa o indirectamente, en los acontecimientos previos. Quizá
Liquidar al adversario sea el proyecto de una novela y, si es así, bienvenida sea, debido a que en este compendio hay calidad y talento.
En consonancia con lo que dijimos, “Canción de dos”, “Año viejo” y “¿Será él?”, que inauguran la recopilación, reflejan, mediante una prosa vívida, contenida, precisa, el acoso a una madre y su hijo por parte de un sujeto psicopático, que lleva todas las de ganar; una desavenencia matrimonial que termina en tragedia y separación y la espera de una anciana por alguien sin identidad, un desaparecido más entre los tantos cuyo paradero se ignora.
“Volantín cortado” recrea una época y un juego ahora fenecidos y su protagonista, William Pérez, de origen popular, nació el día del golpe militar de 1973 y reaparecerá más adelante. “Radio reloj” transcurre en la Cuba castrista y la heroína, Missleidi, por ningún motivo abandonará la isla, pese a la insistencia de su novio; no obstante, con posterioridad la veremos ejerciendo en un café con piernas santiaguino. El resto de los títulos, ya lo aclaramos, conforman un todo interconectado. Aun así, si hubiese que buscar un factor común entre Pavez y Soto, quizá lo notaríamos en la frase del narrador de “El adversario”: “Nadie vive de la ficción”.
LAVAN ROPA PENSANDO EN ÉL
Sergio Pavez
Libros de Mentira, Santiago, 2019, 96 páginas.
CUENTOSLIQUIDAR AL ADVERSARIO
Gerardo Soto
Libros de Mentira, Santiago, 2019, 154 páginas.
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